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LA POLÍTICA DE SALUD DE BORIC

Diario Financiero

Siempre me llamó la atención la obsesión de los políticos de izquierda con las Isapre. Pese a que reúnen a sólo el 18% de los beneficiarios de salud, todo el discurso y las medidas que proponen los socialistas se refiere a las supuestas inequidades del sistema privado y no a los problemas de salud del más del 80% de los asegurados del país. ¿Por qué los socialistas “defienden” al 20% más rico de la población afiliado a Isapres y se desentienden del 80% que está asegurado en el sistema público? Tiene que haber una explicación menos brutal que decir que los políticos están en su mayoría afiliados a Isapres y por eso sólo se preocupan de mejorar las prestaciones de ese sistema. Me parece que la hay.

Resulta que hace 20 años atrás la relación de gasto per cápita bruto entre Fonasa y las Isapre era de 1 a 3. Se gastaba mucho más en la salud de un afiliado a Isapre que en uno asegurado por Fonasa. La propuesta de salud de la izquierda, entonces, siempre fue eliminar las Isapre, para tener un único sistema público de seguro de salud. Terminar con salud para ricos y salud para pobres era la atractiva forma en que lo presentaban. Visto así, desde una perspectiva socialista, la idea no era tan descabellada. La lógica de esa reforma era “socializar” el aporte de los afiliados a Isapre y repartirlo entre todos. Cabría dentro de la definición de solidaridad de la izquierda, que admite que ella sea obligatoria; y al menos al comienzo algunos aumentarían su gasto per cápita, aunque al final todos tendríamos una salud para pobres. La reforma tenía dos “trampitas”. La primera era menor, pues la relación correcta no era 1 a 3, sino 1 a 2 coma algo, pues debían descontarse de los aportes de afiliados a Isapre aquellos que son voluntarios, ya que nadie aportaría recursos adicionales para no recibir beneficio alguno. La segunda trampa no era tan chica: la ineficiencia del sistema público de salud se encargaría que el mayor aporte de los afiliados a Isapre se esfumara en el sistema unificado, convirtiéndose en más personal y mayores remuneraciones para operadores o simplemente amigos de los políticos, sin la correspondiente mayor productividad que debía favorecer a los pacientes.

Si usted no me cree, el tiempo me ha dado la razón. Si uno hace estos mismos cálculos con la información de las Isapres y el presupuesto 2021 del Ministerio de Salud (descontado gasto en bienes públicos y ministeriales) resulta que la relación 1 a 3 se ha convertido en el transcurso de veinte años en 1 a 1,3. Pero si sacamos los aportes voluntarios a Isapres (una fusión no podría considerarlos si son voluntarios) y el gasto en licencias médicas (pues ahora habría un solo fondo), la relación se invierte. Exacto, tal como lo leyó. Fonasa gasta por beneficiario más que lo que gastan las Isapre, de modo que la población supuestamente beneficiada con una fusión, el 80% de los chilenos, no vería aumentar los recursos para su atención. Esos son los milagros que puede hacer el socialismo. Todo ello pese a que en la actualidad un afiliado a Isapre recibe bonificaciones muchos más altas que las que recibe un beneficiario de Fonasa.

De modo que cuando Boric habla a los votantes de un solo fondo de salud, que eliminará las diferencias entre ricos y pobres, piense que sea usted rico o pobre, recibirá prestaciones menores a las actuales por la ineficiencia inherente a la administración pública, donde habrá constantes huelgas y paros exigiendo todo tipo de cosas, ausentismo de personal médico, técnicos en salud y administrativos.

 

Columna de Luis Larraín, Presidente del Consejo, publicada en el Diario Financiero.- 

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