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Desplome del comercio exterior chileno

El Líbero

En un contexto en donde las cifras domesticas exhiben los severos daños de la violencia que aún no ha cesado, el mundo comienza a corregir sus proyecciones al alza dada la paulatina distensión del conflicto comercial entre Estados Unidos y China, que se tradujo en la no alza, el 15 de diciembre pasado, de aranceles norteamericanos a productos de consumo final elaborado en China y el anuncio de este último país en reducir barreras a productos americanos a partir del 1 de enero próximo.

Esta mejoría de la economía mundial ha tenido su impacto en el precio del cobre, el cual ha logrado empinarse sobre los US$ 2,81 por libra en los últimos días, dejando atrás el promedio de US$ 2,64 por libra que observamos durante tantas semanas consecutivas, proyectándose que el próximo año debería estabilizar en torno a los US$ 3 por libra.

Este cambio de escenario mundial hace notar parcialmente en nuestro comercio exterior, ya que las exportaciones realizadas en la primera quincena de diciembre exhiben una caída de 4,7% con respecto a igual periodo del año pasado, en donde el cobre, una reducción de 7,8%, explica parte sustancial del retroceso total. Sin embargo, los productos agrícolas, silvícolas y pesqueros se incrementan en 47%, en donde los envíos de cerezas muestran un incremento de 120%, siendo, esperamos, el anticipo de una nueva temporada excepcional como la que tuvimos el año pasado. Basta recordar que en el 2006 nuestros envíos de cerezas a China eran de US$ 1 millón, mientras que en la temporada pasada llegamos a cerca de US$ 954 millones. Igualmente se destacan las exportaciones de las ciruelas (+10%), fruta congelada (+78%), carne de cerdo (+188%) y vinos embotellado (+17%) entre otros envíos de alimentos.

En cambio, en las importaciones se denota del desplome de la demanda interna, ya que las importaciones, durante la primera quincena de diciembre, cayeron en 17% con respecto a igual periodo del año 2018. En esta caída no hay mucha diferencia por componentes, ya que las de consumo retrocedieron en 15%, las de bienes intermedios en 17% y las de capital en 21%. En el caso de bienes de consumo, el desplome se produce en las compras de celulares (-33%) y de computadores (-36%), mientras que en los automóviles el retroceso fue de 9%. Incluso las compras de ropas se sumergieron en un 21%.

En el caso de bienes intermedios, las importaciones de petróleo y sus derivados cayeron en 4%, en donde el probablemente la moderación en el consumo compensó parte del alza del precio internacional. En el caso de los bienes de capital se destaca lamentablemente el retroceso de 30% en la compra de camiones y otros vehículos de carga.

En conclusión, mientras el mundo se recupera paulatinamente, las consecuencias económicas de la crisis violentista exhiben su daño sobre nuestro comercio exterior, en donde se desploman las adquisiciones de bienes de consumo, bienes intermedio y bienes de capital. Lamentablemente, esta navidad será la menos feliz en varios años.

 

Columna de Tomás Flores, Economista Senior de Libertad y Desarrollo, publicada en El Líbero.- 

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