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País de oportunidades

El Mercurio

Las migraciones se consideran el principal problema mundial y social de la década. Su descontrol ha provocado graves crisis y extremismos en otras latitudes. Cerca de un millón y medio de migrantes se han avecindado en Chile. Los venezolanos son la comunidad extranjera residente más numerosa. Se los estima en más de trescientos mil, desde 2015 a la fecha. Podrían duplicarse en dieciocho meses.

Con Maduro en el poder, la OEA anticipa que otros cuatro millones huirían de su régimen. El duro informe de la alta comisionada para los derechos humanos confirma las causas del éxodo. Maduro debe estar aliviado con la fuga de opositores. Le facilita los controles policiales sobre la restante población, amortigua el rechazo y la caída del PIB. Para los venezolanos, Chile es tierra de oportunidades. Transitan por tres o más países antes de llegar. Sorpresa para algunos chilenos, para quienes 'dulce patria' son solo palabras de la canción nacional. En ellos prevalece el pesimismo y la crítica. En la encuesta sobre Percepción de la Economía Nacional se ha llegado al registro más negativo en 27 meses. Hay dirigentes que lo manifiestan en giras al exterior, supuestamente promocionales de Chile.

No aprecian los esfuerzos, resiliencia, valores y logros nacionales. El Gobierno ha hecho mucho en migraciones. El anterior las agravó: tolerancia al ingreso de falsos turistas y contrataciones, más el descontrol fronterizo; permitió cientos de miles de indocumentados, expuestos al abuso, competencia desleal con trabajadores nacionales y a riesgos para la seguridad pública. Luego de la reciente normalización de irregulares y expedición ordenada de visas para migrantes, se puede continuar avanzando. Legislar un nuevo estatuto y servicio autónomo de extranjería bajo el principio de una migración ordenada, segura y regular, favorece a extranjeros y locales. Vela por la seguridad pública, evita abusos y argumentos para reacciones xenofóbicas, y consolida las instituciones. Ha sido notable el trabajo y coordinación del Departamento de Extranjería, del Ministerio del Interior, de las policías, Cancillería y de algunos alcaldes e intendentes.

El ingreso responsable y ordenado permite integrar y acoger a muchos más extranjeros. Cabe mejorarles sostenidamente las oportunidades. Para aprovechar sus capacidades, hay que combatir prejuicios, mitos y discriminaciones. La ley vigente fija un límite insuficiente al empleo de extranjeros, impide incorporarlos a la administración pública y les dificulta el reconocimiento de sus títulos técnicos y profesionales. Las empresas carecen de manuales de buenas prácticas para acogerlos. Hay otras tareas pendientes y desafíos mayores para su avecindamiento. Suscribir acuerdos con otros países de la región es indispensable. A pesar de precariedades, Chile es un país de oportunidades que van en aumento. Lo creen los extranjeros, aunque muchos chilenos no lo aprecien.

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

 

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