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Ni modo

El Libero

La banalidad de la política chilena terminó convirtiendo la visita del Presidente Sebastián Piñera a Asia que incluyó dos países, China y Corea del Sur, en una discusión sobre la presencia de dos hijos del mandatario en la gira. Con esa actitud típica de la derecha de seguir las pautas de la izquierda, muchas voces desde este sector político enfatizan el error que habría significado el que los hijos del Presidente fueran a la gira y participaran en una reunión con empresarios chinos, como si eso fuera más importante que el fortalecimiento de nuestros lazos con las potencias de esta importante área del mundo.

Discrepo de esa visión. De hecho, los intentos por ensuciar esta importante visita de Estado comenzaron antes: un exabrupto del Presidente Ejecutivo de Codelco Nelson Pizarro, quejándose por no haber sido incluido en la gira, tuvo alta cobertura en la prensa nacional y los expertos del Frente Amplio en cuestiones empresariales empezaron su ataque al gobierno por esa razón.

Como pareció no haber mucha carne en ese hueso, pronto las críticas se dirigieron directamente al Presidente Piñera por su frase ante la situación política de China en que afirmó que cada país decidía su sistema de gobierno; cuestión que es obvia y recoge la versión más básica de la realpolitik cuando estamos hablando de la segunda potencia del mundo. Podemos discutir si la frase del Presidente fue la más precisa en estas circunstancias, pero venir a descubrir recién a estas alturas, justo en una visita de Piñera, que China no es un país democrático y rasgar vestiduras por ello es de una hipocresía impactante.

Todas estas críticas pasaban por alto la importancia de la gira. Ambos países son de los principales socios de nuestro país. China es el número uno, con un intercambio comercial de US$ 42.791 durante el año 2018. Por su parte, Corea de Sur es el quinto socio comercial de Chile y es una de las once economías más desarrolladas del mundo. Pero el significado de la visita a China tenía también un componente político. Frente a la posición de Estados Unidos expresada por su Secretario de Estado Mike Pompeo en visita a nuestro país, Chile dejaba en evidencia su independencia. Incluso en el área de Telecomunicaciones, donde la disputa del gobierno de Estados Unidos con la empresa Huawei ha tensado las relaciones entre ambas potencias, el Presidente Piñera se reunió con ejecutivos de esa empresa considerando la importancia que puede tener en el desarrollo futuro de ese sector en Chile.

En la visita de Estado a China, donde se reunió con el Presidente Xi Jinping, el Primer Ministro, y el presidente de la Asamblea china, entre otros, se firmó una carta de navegación para las relaciones entre Chile y China durante los próximos años, que contiene catorce acuerdos en materias tales como transporte, telecomunicaciones, energía, ciencia, tecnología e innovación.

En Corea del Sur, el Presidente Piñera firmó cuatro importantes acuerdos en materia de gobierno digital, defensa, transporte, y tecnologías de la información, comunicaciones y conocimiento. Además, se acordaron nuevas áreas prioritarias de colaboración (ciberseguridad, multilateralismo, cambio climático). Por último, se acordó acelerar la modernización del TLC entre ambos países, que ya tiene 15 años.

Los evidentes beneficios que estas gestiones del Presidente tienen para Chile parecen no interesar a la oposición. La cuestión es hacer daño. Así es como han puesto en el centro del debate la presencia de los hijos de Piñera en la gira y en particular en una reunión con empresas chinas. Esta actividad fue abierta para todos los participantes en la gira, lo que le quita toda connotación al supuesto aprovechamiento comercial que ellos habrían hecho de esa reunión. En la anacrónica concepción sobre la empresa y los negocios que tiene la izquierda, la suerte de un negocio se define en oscuras reuniones donde se aprovechan beneficios de información y contactos. Nada de ello pudo haber ocurrido en esta oportunidad y las supuestas ventajas de los jóvenes Piñera están sólo en la imaginación de quienes no trepidan en desprestigiar a las personas y suponerles aviesas intenciones, si de ello pueden obtener una ventaja.

El doble estándar de la izquierda, y de alguna prensa digámoslo, es en este caso monumental. Todos los presidentes de la República, desde 1990 en adelante, han viajado con hijos o familiares directos que no son la esposa, en las innumerables giras efectuadas desde esa fecha. Jamás se había levantado tanta polvareda.

El verdadero error del gobierno ha sido en este caso subestimar la mala leche de la oposición y la banalidad de la prensa. Tendrá que tomar nota, pero aún así, seguramente en el futuro si se evita una situación de esta naturaleza, encontrarán otra forma de denostar al gobierno de Piñera y empañar su gestión, porque como dicen los mexicanos: ni modo.

Columna de Luis Larraín, Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, publicada en El Líbero.-

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