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(Di) solución constitucional

La Tercera

Si lo que se buscaba era que todos vean en ella algo que sientan próximo, no cabe duda que la fórmula lo logra. A los amantes de la Asamblea Constituyente (AC): ella estará entre las opciones. Quienes querían partir con un plebiscito: la Presidenta lo incluye. Y a quienes promovemos una vía institucional: que el puntapié inicial lo dé el Congreso con el quórum que corresponde es, por fin, una buena noticia. En ese sentido, la propuesta es políticamente correcta.

Pero si se analiza con atención, el anuncio es más un gesto que una decisión. O, lo que es lo mismo, no se encamina a una solución sino que prefiere disolver el tema en el tiempo. Ello porque, en primer lugar, no descarta ninguna alternativa lo que mantiene, con la misma fuerza, los reclamos por una AC o por un plebiscito inicial. Y no es que la AC sea un demonio; es simplemente que en una democracia representativa que aun funciona las decisiones políticas fundamentales están radicadas en los congresos. Lo contrario es quitarle el piso para tomar decisiones relevantes tanto a éste como a los futuros.

El anuncio es también un gesto porque la reforma constitucional supuestamente obliga al futuro Congreso a tomar una decisión, pero sabemos que eso no es así pues éste podrá actuar o dejar de hacerlo sin restricción alguna. En otras palabras, la Presidenta aparece tomando una decisión pero, en realidad, la posterga.

¿Y por qué todo esto? Aventuro dos razones. La primera es evidente; el Gobierno no tiene acuerdo al interior de su propia coalición respecto al mejor mecanismo. Coqueteó durante mucho tiempo con fórmulas más extremas y el silencio de la líder permitió que éstas adquirieran inusitada fuerza. Tuvo que llegar el Ministro Burgos a dar, por fin, señales claras en cuanto a lo obvio: que el camino institucional tenía que desarrollarse principalmente en el Congreso. Y, aunque a medias, lo logró.

La segunda razón es, a mi juicio, más compleja. Lo que se intenta es mantener por años la crítica a la Constitución y el anhelo de reformas. Ello irá configurando un escenario difícil de adelantar. Seguramente, el debate constitucional se tomará las próximas elecciones y el siguiente período presidencial. En efecto, todos los candidatos el 2017 tendrán que decir algo al respecto. Luego, los elegidos deberán enfrentar las expectativas creadas en estos años en que se nos ha querido hacer creer que la Constitución es la expresión de nuestros sueños y la solución a todos nuestros problemas. Y finalmente, el eventual referéndum ratificatorio posiblemente coincidirá con las elecciones del 2021.

Es criticable que un país esté tanto tiempo debatiendo su acuerdo básico. Y es que a quienes defendemos el orden como principio social –que no es lo mismo que defender el statu quo- este revisionismo permanente solo genera incertidumbre. De hecho, no hay experiencias comparadas exitosas de debates constitucionales tan extensos, en circunstancias similares.

En definitiva, el anunció de la Presidenta disuelve el tema constitucional evitando decisiones difíciles y extendiendo en el tiempo su discusión.

Columna de Sebastián Soto V., Director del Área Constitucional de Libertad y Desarrollo, publicada en La Tercera.-

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