A continuación, reproducimos la columna de María Paz Arzola, Investigadora del Programa Social de LyD, publicada hoy en Pulso a raíz de la crisis de la Universidad del Mar.

El cierre de la Universidad del Mar y los cuestionamientos a la CNA evidencian los problemas que se originan por pretender sustituir la responsabilidad individual por la del Estado. En estos casos, el Estado se comprometió con una tarea con la cual no ha podido cumplir y por la cual hoy día tiene el deber de hacerse cargo. Como lección, en adelante, antes de endosar más y más responsabilidades al Estado, debiéramos primero preguntarnos si tendrá éste la capacidad de asumirlas y responder en la práctica por las consecuencias que de ahí deriven.

Las irregularidades que se están investigando en la CNA se deben justamente a que, primero, se delegó demasiado poder en un grupo de personas que teniendo conflictos de interés, tenían espacios para la discrecionalidad. Y segundo, a que se pretendió monopolizar en un organismo público la decisión referente a la calidad de las instituciones, como si éste tuviese la capacidad para sustituir la responsabilidad individual que tiene aquél que toma la decisión de postular e ingresar a la educación superior.

Hoy tenemos la oportunidad de redefinir hasta dónde llega el rol del Estado y dónde comienza la responsabilidad individual de las personas. El Estado debiera encargarse de establecer un piso mínimo a partir del cual sea posible desarrollar los distintos proyectos educativos, hacer un seguimiento, y mantener información continua sobre los procesos de acreditación. Por el contrario, no puede pretender juzgar calidad de las instituciones y sus programas, pues es un concepto subjetivo y porque tampoco tendrá la capacidad de responder a un egresado disconforme con la calidad de la educación que recibió. Los individuos, por su parte, tienen el rol de informarse, consultar, comparar, compartir sus experiencias y tomar una decisión realista, pues nadie, ni el Estado, será capaz de sustituirlos en esta tarea.