Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Masificando las tarjetas de pago

Pulso

Uno de los efectos de la pandemia, fue acelerar las compras a través de internet, lo cual tuvo su impacto sobre el uso de tarjetas de pago y es así como la CMF nos informa que a febrero del presente año, se registran 14,1 millones de tarjetas de créditos, las cuales han crecido en 127% con respecto a una década atrás. En el caso de tarjetas de débito, el stock actual es de 24,6 millones con un incremento de 65% desde 2012. Por último, las tarjetas de prepago, si bien son aún son una parte mínima del stock total, han exhibido una expansión impresionante.

Ahora bien, a pesar de los números anteriores, la cobertura nacional sigue siendo inferior a la de los países desarrollados y es así como el Banco Mundial nos indica que la tasa de penetración prepandemia de las tarjetas débito y crédito en Chile era de 60% y 30%, respectivamente, lo cual nos colocaba en el lugar 52 del ranking mundial. España, por su parte, exhibía una cobertura de 85%y 54%, ubicándose en el lugar 2. El líder mundial en tarjetas de crédito es Canadá con una cobertura de 83%, mientras que Países Bajos es líder en tarjetas de débito con un 99%.

Las brechas exhibidas en el párrafo anterior muestra que uno de los objetivos de la política pública para Chile es seguir avanzando en cobertura, sobre todo por el hecho de que aquellos que aún están afuera pertenecen justamente a familias más modestas en donde la ausencia de estos medios de pago los obliga a seguir usando dinero en efectivo.

Unos de los elementos relevantes en todo aumento de cobertura es la tarifa para prestar el servicio y, en la actualidad, el gobierno está en el proceso de determinación de la Tasa de Intercambio, que corresponde al pago que realiza el adquirente (encargado de afiliar comercios y procesar el pago) a los emisores (bancos, casas comerciales, entre otros) por cada transacción. Los valores preliminares fijados por la autoridad para tarjetas de crédito en 1,48% de la transacción, mientras que para las de débito se fijó en 0,6% y de prepago en 1,04%.

Estas tarifas fijadas por el gobierno representan cerca de la mitad de los valores cobrados por los prestadores en un régimen de competencia sin intervención de la autoridad, lo cual podría generar a primera vista un beneficio para los consumidores, pero genera un riesgo dinámico que pone en peligro la meta de cierre de brecha de cobertura y el consecuente efecto de hacer de Chile un país más igual para todos. Este riesgo se produce debido a que al iniciar el proceso con una tarifa baja los prestadores se concentran en las zonas bancarizadas de la sociedad donde ya la utilización de estos de pago es universal y, por tanto, el costo es más bajo.

De igual manera, nadie tiene incentivo para correr la frontera, ya que ir a los sectores no bancarizados tiene costos más altos, que la tarifa fijada no logra cubrir. A ello hay que sumar el hecho de que la evidencia internacional ya ha demostrado, en los países en que ya se han fijado esta clase de tarifas, que la reducción en las mismas rara vez termina traspasándose a los pequeños comercios y a los consumidores.

Así, dicho en términos muy simples podría ocurrir que los emisores las tarjetas de pago dejen de hacer esfuerzos significativos para penetrar el mercado de los medios de pago y, por el contrario, se concentren preferentemente en "descremarlo" donde están los ingresos medios y altos del país, con la promesa de privilegiara los consumidores, cuestión que en los hechos tampoco es claro que vaya a ocurrir. Así podría ocurrir que el riesgo tarifario sea mucho más complejo que las fallas de mercado que hasta ahora se han producido.

Por ello, creo que un análisis dinámico puede anticipar la trayectoria de las tarifas en la medida que se avanza en cobertura y así partir con una tarifa que incentive el cierre de brecha podría llevarnos a coberturas mucho más amplias que permitirán en el fu turo bajar la tarifa dadas las economías de escala. Sin embargo, partir con una tarifa tan baja solo mantendrá la situación actual y aquellos que no usan estos medios de pago deberán seguir esperando.

 

Columna de Tomás Flores, Economista Senior, publicada en Pulso.-

Tags:

otras publicaciones

El Mercurio

El Líbero