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TIERRA DERECHA ELECTORAL

El Líbero

Con la primaria convencional que realizará el sábado, Unidad Constituyente -que muy probablemente elegirá a Yasna Provoste como candidata nominal del PS, el PPD, el Partido Radical y la DC-, la contienda electoral para definir las autoridades de los poderes Ejecutivo y Legislativo entra en tierra derecha.

La presidenta del Senado entrará debilitada a la carrera presidencial pues es dudoso que la mayoría de los simpatizantes socialistas, del PPD y radicales la apoyen ya que muchos han definido una preferencia por Gabriel Boric y por ello la catalogamos como candidata nominal de Unidad Constituyente. Además de la tardanza en definir su candidatura, dos fuerzas operaron para producir ese fenómeno: por una parte, la izquierda cultural siempre manejada desde la trastienda por el Partido Comunista y asentada en los medios de comunicación concedió a Boric la chapa de candidato de izquierda moderada restando espacio a Provoste. La segunda tenaza que estrechó el campo de acción de la senadora de la DC fue accionada por ella misma, al insistir en sostener posiciones de izquierda dura en temas tan importantes como los ahorros previsionales, el indulto a quienes han ejercido la violencia y el aborto, dejando así el centro político y el sentido común a merced de Sebastián Sichel.

Pero hay otro hecho producido recién que ayuda a asentar la candidatura de Boric. El Partido Comunista y el Frente Amplio luego de los roces producidos por la dura derrota de Daniel Jadue en la primaria finalmente han llegado a un acuerdo para realizar un negocio político de conveniencia mutua. El PC ha cobrado caro su apoyo a Boric con un pacto parlamentario que les hará posible tener la mejor representación parlamentaria de su historia; una rareza política más del Chile en que vivimos. Pero el PC ha tenido que conceder algo para llegar a esa posición: ha colaborado decisivamente para sacar de la carrera presidencial a la Lista del Pueblo, contribuyendo a la confusión que se ha producido en la Convencional Constitucional, alentando a los grandes ganadores de la elección de constituyentes a sostener posiciones extremas, cuando no ridículas, que han terminado por desprestigiarlos frente a la opinión pública y fragmentarlos al carecer de liderazgos propios. El Partido Comunista ha terminado probablemente infiltrándolos, quitando así toda significación a una eventual candidatura presidencial de ese grupo, si es que ella llegara a concretarse. Gabriel Boric ha visto así despejado el campo hacia su izquierda: la vocación de poder parece haber superado así al infantilismo revolucionario.

En la derecha está por verse si José Antonio Kast logra capitalizar la desilusión de sus votantes con el gobierno de Sebastián Piñera o sigue, por el contrario, los derroteros de Marco Enríquez Ominami, eterno candidato que saca cada vez menos votos. Esta última opción lo transformaría en un actor político irrelevante que no logra influir; sobre todo si su partido, el Republicano, no es capaz de elegir más que un par de parlamentarios en las elecciones de noviembre, cuestión que es muy probable. Se habrá así desperdiciado la mejor oportunidad que quizás tendrá en su historia este novel partido para lograr una representación fuerte de las ideas de la derecha. Ojalá tanto Kast como Sichel tengan conciencia de lo que está en juego si se impone la izquierda radical en las próximas elecciones y el rol que ellos habrán jugado ante esa eventualidad.

Anecdóticas son las demás candidaturas presidenciales de personas que buscan otros objetivos con ellas. El llamado Partido de la Gente es emblemático al respecto y simboliza el legado que los canales de televisión y personajes como Rafael Garay han dejado en la política chilena.

La segunda vuelta presidencial entre Gabriel Boric y Sebastián Sichel se definirá a partir de dos claves: la primera es si tiene éxito la operación de camuflaje de Boric para presentarlo como un joven idealista en lugar del político de extrema izquierda que es. La segunda es si Sichel logra movilizar a la enorme cantidad de chilenos que no ha votado en las últimas elecciones y que preferirían su auténtico proyecto de renovación de la política al salto al vacío que significa elegir presidente a Gabriel Boric. Para ello el candidato independiente debe exhibir un gran liderazgo, apelando personalmente a cada chileno en los meses que quedan para las elecciones.

 

Columna de Luis Larraín, Presidente del Consejo, publicada en El Líbero.- 

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