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Preocupante disminución del ingreso de extranjeros

El Mercurio

Múltiples son las repercusiones del bajo crecimiento económico y de la inseguridad ciudadana. Se suelen ignorar sus graves efectos en la extranjería y en la demografía nacional. Impactante es la declinación en el ingreso al país de extranjeros, turistas y migrantes, en 2019. Son decenas de miles menos en relación con el año anterior, según registra la PDI. La caída es sistemática, desde febrero del año pasado, especialmente en septiembre, antes de la explosión anti social. La declinación se repite en las solicitudes de documentos migratorios para residir legalmente en Chile, según el Departamento de Extranjería y Migraciones del Ministerio del Interior. Es cierto que en este caso resulta determinante —aunque no es la única razón— la regulación migratoria y mayores controles fronterizos. Esas medidas disminuyeron, significativamente, el ingreso masivo de indocumentados y falsos turistas, decenas de miles con contratos de trabajo falsificados. Hay razones para atribuir estas realidades al menor crecimiento económico que, según expertos, también determina reducción en la tasa de fertilidad y de reemplazo de la población, que debe ser de 2,1 niños por mujer.

Con menor crecimiento económico, las parejas, por incertidumbre sobre las condiciones futuras para sus hijos, tienen menos familia. Los extranjeros ven menos oportunidades para migrar. Ambas razones conducen al envejecimiento, a un menor ritmo de aumento de la población y, a mediano plazo, a la disminución de los habitantes en el país. Probablemente, caminamos hacia estar incluidos dentro de los 55 países —entre ellos China— que proyectan menos población en 2050, según el World Population Prospects de Naciones Unidas. Ya en 2010, el referido estudio registró 27 países en esa categoría. Ecologistas y nacionalistas extremos celebran equivocadamente la menor población y extranjería.

Unos y otros deberían considerar sus impactos negativos en la producción, demanda, inversión, empleo, y según algunos economistas modernos, en la investigación, en la innovación y en las nuevas ideas, fundamentales para el desarrollo, combatir la pobreza y mejorar las condiciones de vida. Los dirigentes políticos parecen no tener suficiente conciencia de la necesidad de impulsar con prioridad el crecimiento económico y el orden público. Prefieren promover agendas populares que no son sostenibles. Es una mirada de corto plazo que contribuye a su desprestigio y daña el futuro de Chile.

Columna de Hernán Felipe Errázurriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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