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LA INTUICIÓN DE LA PRESIDENTA

El Mercurio

A CONTINUACIÓN, REPRODUCIMOS LA COLUMNA DE HERNÁN BÜCHI PUBLICADA EN EL MERCURIO.

La Presidenta nos ha dicho que tenía la intuición – sabía - que la economía se iba a desacelerar. Las cifras indican que es premonitoria. El IMACEC de junio 0,8% respecto al año anterior y que desestacionalizado nos lleva a un nulo crecimiento entre el primer y segundo trimestre de este año, pronostica un magro crecimiento 2014 cercano al 2,5%. Es una violenta desaceleración que no es difícil se transforme en recesión.

Aunque el desempleo no lo muestra aún, otros datos como horas trabajadas, disponibilidad de puestos de trabajo y calidad de los empleos evidencian que a corto andar el golpe lo percibirá directamente la población.

Su intuición con el Transantiago no la hizo modificar sus decisiones y nos obligó a recorrer un camino que ha tenido muchos costos. Hoy parece actuar de la misma forma.

Ella y sus ministros nos dicen que la desaceleración es algo que ya venía, que afecta por igual al resto de Latinoamérica y que sus propuestas no han tenido efecto. Parece dispuesta a seguir tomando malas decisiones, solo que ahora no se afectará solo un sector, sino el bienestar global y el futuro de los chilenos.

Es efectivo que la tendencia pasada y los fenómenos externos afectan lo que vemos suceder en un período de Gobierno. Su mandato anterior se benefició de la fuerte alza del precio del cobre y ahora no cuenta con esa suerte, pero es equivocado suponer que lo que el Gobierno hace hoy no tiene efectos profundos, aún cuando su implementación no sea inmediata. Chile, en los últimos 30 años, se distanció de Latinoamérica precisamente por tener mejores políticas que el resto de los países de la región.

La fuerte alza de impuestos y las facultades excesivas a Impuestos Internos, algo  atenuadas de cumplirse el protocolo de acuerdo, tendrá gran impacto en el progreso futuro. La incertidumbre  en el ámbito educacional, con una reforma que parte a la inversa, comprando activos para luego intentar mejorar calidad, tiene al sector paralizado y augura un estancamiento en la educación de nuestros jóvenes.

El intento de transformar en un impuesto la cotización de salud - hoy elegimos dónde y cómo atendernos - es también un cambio radical. En casi todas las áreas las propuestas son de efectos muy negativos y vía expectativas estos efectos comienzan a producirse antes de que las reformas se hagan efectivas. Cuando uno de los argumentos para los cambios constitucionales es que actualmente se da demasiado énfasis y protección a la propiedad privada, es imposible no generar inmediata incertidumbre.

Es interesante tratar de entender cómo se enlazan las decisiones del pasado con lo que se realiza hoy. Un buen ejemplo puede ser mirar con más atención el sector energía, en particular la generación. En apariencia las propuestas del Gobierno han sido aquí menos agresivas. Si el tono usado en materia tributaria o de educación se hubiera replicado en energía se verían, entre otras, transformaciones tarifarias de importantes consecuencias patrimoniales, como la separación del precio entre energías antiguas y nuevas, tal como hace un tiempo lo hizo Brasil. El paso siguiente es un compromiso económico mayor del Estado en nuevos proyectos, lo que se vuelve indispensable ante el riesgo de cambio en las reglas del juego. Para quienes encuentren atractiva esta vía, es bueno que miren el deterioro de la economía brasileña, en la cual esa y otras decisiones han sido determinantes.

Desgraciadamente, el Gobierno actual tomó una decisión muy relevante para cumplir la promesa de campaña de la Presidenta Bachelet – detener HidroAysen. El impacto de ello es más negativo que lo que se percibe a simple vista.

La Presidenta no necesita mucha intuición para saber que en energía tenemos serios problemas. El costo de esta en Chile es de los más altos, incluso de la OECD que tanto se utiliza como referencia y justificación hoy en día.

La crisis no es por falta de proyectos ni capacidad de los privados para invertir sino que es consecuencia de un proceso donde obtener permisos es cada vez más complejo y requiere de una persistencia que bordea el heroísmo. El retroceso de HidroAysén es un hito y marca nuevas y mayores dificultades.

Entre distintas alternativas de generación, carbón, nuclear, gas e hidro,  Chile tiene ventajas en esta última y ella nos daría garantías de menor costos a futuro. Alemania que piensa dar de baja sus plantas nucleares, desarrolla carbón y hace poco puso en funcionamiento una planta a 15Km de la catedral de Colonia. En Chile, el proyecto Barrancones en un área bastante aislada, fue estimado invasivo. Francia se basa en energía nuclear y dada su densidad poblacional y dimensiones los franceses conviven con las centrales.  Dinamarca, conocida por usar energía eólica, obtiene el 70% de su matriz de combustibles fósiles, un país más pequeño que la distancia de Santiago a Barrancones. EE.UU. ha desarrollado el Shale Gas y el fracking y se beneficia de una rebaja importante del precio.

Pareciera que nuestra esperanza estaría puesta en las energías renovables sin considerar como tales a las centrales hidroeléctricas. Desgraciadamente el verdadero nombre de estas fuentes debiera ser “energías intermitentes”. La ley que obliga a incorporarlas sólo hará subir los costos en relación a alternativas eficientes. No puedo más que coincidir con la carta a este diario del ex Ministro Jorge Rodríguez Grossi quien dice que no resolveremos nuestra grave situación energética a través de malos proyectos.

Para quienes la clave es enfocarnos en el tema de las emisiones de Co2, lo que además explicaría los impuestos a su emisión, sería bueno que se percataran que la mejor solución para avanzar en ello es desarrollar energía en Aysén. Si se materializan los proyectos en esa región, se ahorraría del 16% al 30% del total de emisiones de Chile según  con qué fuentes de generación se le compare.

La Presidenta es intuitiva pero sus soluciones son malas.  En pocos días ha planteado caminos que nos empobrecerán y que vía expectativas ya nos están causando daño.

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