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A PROPÓSITO DE LA LEY DE PRESUPUESTO 2013

La Segunda

A continuación reproducimos la columna de Francisco Klapp, investigador del Programa Económico de LyD, publicada en La Segunda:

Los datos son claros: el año 2006 el gasto público alcanzaba el 17.2% del PIB, tan solo  tres años después -en 2009- ya  superaba el 23%  y desde entonces ha disminuido perezosamente a algo menos del 22%. Una parte de esta explosión del gasto, equivalente  seis puntos del PIB  o  un crecimiento real del gasto de 16.9 % tan solo en el año electoral 2009, se explica solo en parte por el actuar “automático” de nuestra querida y porque no decirlo, mundialmente reconocida, regla fiscal. Valioso  legado de las administración Lagos construida sobre las bases sentadas por  el Fondo de Estabilización del Cobre de 1985. Razonable, simple y consensuada la regla suponía en sus orígenes un superávit estructural, lo que permitía que en años de bonanza se acumularan recursos para ser gastados en los años de vacas flacas, ligando además el crecimiento del gasto público al crecimiento de largo plazo de los ingresos fiscales y la economía chilena, limitando así  la discrecionalidad e impidiendo caer en los vicios pro cíclicos  del pasado: explosiones del gasto en años de alta recaudación y reducciones del gasto en años de escases.

Hasta aquí todo bien, lamentablemente en 2008 empieza a cambiar el foco de la regla hacía un balance estructural, para eventualmente  y en medio de una polémica interpretación de la regla alcanzar déficits estructurales, lo que  incremento el carácter contraciclico y corresponde a una segunda fuente de recursos para la explosión de gasto 2006-2009: se había logrado “cumplir” la regla pero gastando más. Lo anterior se traduce en que ahora en años “normales” se gasten ahorros en vez de acumularse, en años “malos” se gasten muchísimos más  ahorros y solo en años muy” excepcionales” se acumulen reservas (pese a que 2012 ha sido un año razonablemente bueno, pero la regla deficitaria implico déficit efectivo de 0.2 % del PIB).  Basta ver la evolución de los fondos soberanos que en 2009 aportaron US 9.000 millones al gasto fiscal y que hasta el día de hoy no alcanzan los niveles de 2008 para ejemplificar este problema.  Aun más, considerando los perfeccionamientos  presentados por reconocidos expertos de la llamada Comisión Corbo, los déficits estructurales se parecían aun más pronunciados (alcanzando 3% del PIB en 2009) y la convergencia hacia un déficit de 1% planteada para 2014 y alcanzada antes de tiempo por el actual gobierno con una política fiscal responsable -reforma tributaria y buenos precios del cobre mediante-  es definitivamente algo muy valioso.

Así, la meta se divisa y parece alcanzable: volver a las épocas de superávit estructural o al menos balance, para que nuestros fondos soberanos, premiados en el mundo por su transparencia y  seriedad, no se vayan paulatinamente vaciando y podamos confiar en poder echar siempre mano a estos recursos, si la situación lo amerita, aun cuando los ciclos negativos sean más prolongados.  El Informe de Finanzas Públicas  presentado ayer por la DIPRES, en el contexto de la discusión presupuestaria 2013, da luces  de cómo podría comportarse el gasto público para alcanzar la meta en los años venideros bajo el próximo gobierno, para que así cuando superemos los 20.000 dólares de ingreso per cápita, cosa que aparentemente sucederá antes de lo esperado,  podamos decir con orgullo que seguimos teniendo una política fiscal de vanguardia, y bien vale recordarlo, no dejándonos  seducir por  políticas fiscales complacientes a la Europea.

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