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MI VOTO

La Tercera

En el plebiscito de mañana los ciudadanos chilenos que podamos ir a votar manifestaremos nuestra preferencia frente a la disyuntiva que los políticos nos han puesto para salir de la crisis en que nos encontramos a contar del 18 de octubre de 2019. En el voto concurren razones y sentimientos. Muchos van a votar APRUEBO porque creen que de esa manera podrán acceder a mejores sueldos, pensiones o atención de salud. Me parece que ellos han creído en una falsa promesa que, una vez más, los políticos no serán capaces de cumplir, porque ello no es posible de hacer cambiando la Constitución.

Mi voto tiene consideraciones racionales como esa, pero también hay sentimientos involucrados en mi decisión de votar RECHAZO. Lo hago porque no me resigno a ser un ciudadano de segunda clase, que habiendo apoyado a un gobierno que ganó en las urnas y a su programa, se ve conminado, por medio de la violencia, a abandonar ese proyecto e incorporarse a otro que, en resumen, significa poner en práctica el programa de quienes perdieron. Voto entonces por dignidad y contra la violencia.

Pero también lo hago porque creo, con Maquiavelo, que quien tolera el desorden para evitar la guerra, tiene primero el desorden y después la guerra. El 18 de octubre de 2020, con sus iglesias incendiadas, es una advertencia que se nos hizo a quienes no nos resignamos a ser ciudadanos de segunda clase. Si la derecha vota mayoritariamente por el rechazo y obtiene una votación significativa, podrá fortalecerse en su negativa a dejarse amedrentar por la violencia. Aunque pierda, tendrá una base para participar en una Convención Constitucional y defender allí los principios que la guían.

Por eso en la segunda papeleta no votaré NULO, como proclaman algunos, pues son dos votos completamente independientes. Manifestar preferencia en la segunda papeleta no debilita mi opción por el rechazo; al contrario, la fortalece pues me permitirá seguir intentando influir en las decisiones políticas importantes para el país.

Y votaré MIXTA, porque en ese caso habrá 86 parlamentarios en la Convención, de los cuales a la derecha le corresponden 39. Es decir, si sacamos 18 de los 86 convencionales que se elegirán directamente ya tendríamos el tercio. Además, en la elección directa de convencionales, cada distrito elegiría menos personas, lo que impide que los grupos radicales, como el PC y Frente Amplio, saquen muchos representantes. Algo así como lo que lograba el sistema binominal en que se imponían candidatos moderados.

Con esa manera de votar estoy siendo fiel a mis principios y defendiendo mis derechos ciudadanos, estoy manifestando mi repudio al uso de la violencia como instrumento de acción política y mi decisión de seguir luchando por que mis ideas tengan expresión en la democracia liberal que aún tenemos. Si no ganan mis opciones, yo y quienes las sostenemos habremos ganado en consecuencia y dignidad.

 

Columna de Luis Larraín, Presidente del Consejo, publicada en La Tercera.- 

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