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CLIMA DE TENSIÓN EN EL CONGRESO

La Tercera

La actividad legislativa ha cambiado luego del 18 de octubre. Con un afán desesperado por recuperar la confianza de la ciudadanía, hemos visto a un Congreso legislando con premura sobre diversas materias. Sin embargo, la agilidad en la tramitación de los proyectos de ley -que, en ocasiones, lamentablemente no va acompañada de un análisis acucioso- de nada sirve para legitimar dicha institución si no se respetan por sus integrantes normas básicas de convivencia y los principios y reglas esenciales de un debate democrático. En el último tiempo, hemos sido testigos de escenas repudiables al interior de la Cámara de Diputados.

Insultos desde las tribuna, asesores parlamentarios increpando a diputados que han manifestado una posición disidente -faltando con ello, además, al reglamento de dicha corporación-, manifestantes que han irrumpido en la Sala de la Cámara Baja, ocasionando desorden y amenazando y poniendo en riesgo la seguridad de los mismos parlamentarios y de los presentes, y agresiones entre los mismos diputados, son solo algunos ejemplos del clima de tensión que reina en el Congreso.

En tiempos tan complejos como los que se están viviendo, y con discusiones tan relevantes de cara al proceso constituyente, donde se reflejarán las diferencias más profundas, es primordial que en el Congreso -institución democrática por excelencia- impere un clima de diálogo, respeto y racionalidad, y se adopten todos los resguardos para impedir que conductas como las señaladas se vuelvan a repetir. De lo contrario, son la democracia y la institucionalidad las que están en peligro.

 

Carta de Pilar Hazbún, Coordinadora del Programa Legislativo de Libertad y Desarrollo, publicada en La Tercera.- 

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