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Educación escolar: un tema que evoca a conflictos

Revista LyD

Hablar de la realidad de la educación en Chile es referirse a permanentes cambios y conflictos. A políticas que, antes de terminar de implementarse, son cambiadas por otras que, en ese momento, parecen tener más pertinencia; a políticas que se piensan desde el desconocimiento del sistema escolar y por ello terminan siendo inviables de aplicar, o bien a políticas que requieren de tantas indicaciones y modificaciones, que terminan siendo completamente distintas a como fueron pensadas inicialmente.

Llevamos más de dos décadas preocupados de la calidad de la educación y haciendo importantes inversiones en una gestión que nos garantice calidad para todos los niños en Chile. Pero la calidad de los aprendizajes es lenta en su construcción, los cambios que se pueden implementar toman más tiempo que los ciclos políticos y todas las leyes y modificaciones que se hagan no rendirán los resultados esperados si no se logra movilizar a los profesores y lo que ellos hacen en las salas de clases.

La realidad es que hoy las brechas de aprendizaje disminuyen en forma demasiado lenta y el número de niños que no aprende lo suficiente como para tener opciones libres en su futuro es preocupantemente alto.

En ese contexto se enmarca nuestro Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad, que nació el año 2012, y que si bien fue un importante avance, la articulación de las partes que lo componen ha sido lenta y más reactiva que orgánica. La ley entrega facultades distintas a la Agencia, a la Superintendencia, a la División de Educación General del Mineduc y al Consejo Nacional de Educación, que no actúan de manera coordinada, por lo que para los colegios no ha sido tan claro el cómo hacer gestión con lineamientos que no necesariamente conversan entre sí.

En el afán de ordenar las estructuras, en los últimos años se han impuesto reglamentos de todo tipo, y los equipos directivos han tenido que desarrollar herramientas para las cuales no fueron preparados. Hoy se requiere que conozcan leyes e interpretaciones sobre 8 normativas muy distintas, así como también, que tengan competencias en auditoría y contabilidad.

En paralelo a todo esto, ¡los niños deben aprender!

Conocemos los niveles de logro de nuestros alumnos en los cursos que tienen estándares de aprendizaje medidos a través del Simce. Nos preocupa ver que los resultados no mejoran tanto como quisiéramos, nos decimos que estamos mejor que el resto de Latinoamérica según resultados de pruebas internacionales, nos alegramos porque tenemos resuelta la cobertura y porque consolidar resultados es una buena noticia, pero existe el riesgo de la autocomplacencia. En promedio, en las escuelas de desempeño insuficiente y medio bajo un 70% de los alumnos presenta un retraso escolar de aproximadamente dos años e incluso, los mejores estudiantes de nuestro país tienen brechas de alrededor de un año y medio si se comparan con los países OCDE de mejor desempeño.

¿Qué estamos haciendo por ellos? La Agencia se encuentra implementado lo que la Ley de Aseguramiento de la Calidad establece. Se evalúa de acuerdo al Plan de Evaluaciones que el Mineduc presenta al Consejo Nacional de Educación para su aprobación. Esto corresponde hacerse durante 2019 y tendrá que considerar el impacto que tuvo el haber eliminado el Simce de Segundo Básico. En el sistema escolar, las evaluaciones son claves en tanto mediciones, pero además importa el nivel de información y la oportunidad con que ésta se entrega a la escuela. Actualmente los colegios reciben esta información siete meses después de haber rendido la evaluación, cuando ya es muy difícil que se puedan implementar planes remediales para recuperar lagunas de aprendizaje. Tampoco se entrega la información tan especificada como para que los colegios puedan poner focos eficientes en los alumnos que se quedan atrás. La evaluación es, sin duda, uno de los mayores desafíos para el sistema. No necesariamente se trata de  tener más pruebas, sino de invertir para que las pruebas estén enfocadas a medir conocimientos y habilidades esenciales para el progreso de nuestros estudiantes y para que exista una coherencia con los programas de estudio, los textos que se utilizan y con lo que pasa al interior de las salas de clase y que esto sea totalmente transparente y evidente para los profesores y equipos directivos.

La  Agencia puede cumplir con el rol de orientar e informar mediante sus reportes de resultados y talleres para el uso de los datos, pero para lograr los efectos deseados se necesita cerrar el círculo e influir verdaderamente en las escuelas. Si no se tienen en la retina los Estándares de Desempeño del Sistema Escolar -que se pensaron como los ejes que orientarían a los colegios en su diario quehacer- y si los colegios no logran hacer un trabajo reflexivo y activo al interior de sus comunidades, es muy difícil que podamos cambiar esta tendencia de meseta en las curvas de trayectoria de los aprendizajes. Es decir, difícilmente lograremos salir del estancamiento que nuestro país exhibe en los últimos años.

 

Columna de Luz María Budge, Presidenta del Consejo de la Agencia de la Calidad de la Educación, publicada en Revista LyD.- 

 

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