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Zona de Castigo con concentraciones bajo las normas europeas y de Estados Unidos

El Libero

En agosto y septiembre del año pasado la ciudad de Quintero se vio conmocionada por episodios de contaminación que afectaron a estudiantes y otros habitantes de esta localidad. El despliegue periodístico fue impresionante, las cámaras de televisión mostraban a personas enfurecidas reclamando, hubo ataques a ambulancias y a funcionarios públicos de los Servicios de Salud que acudían a hacerse cargo de la emergencia. Llegó a hablarse de zonas de castigo, expresión que rápidamente se incorporó a la jerga de los agitadores de ultraizquierda que merodean en estas ocasiones e inspira murallas rayadas en varias partes de Chile. El número de afectados se situaba en torno a las 1.700 personas en las comunas de Quintero y Puchuncaví.

Pero antes de preocuparse de las víctimas y su salud, la atención periodística se concentró en buscar culpables y por supuesto se apuntó al gobierno y a las empresas en forma genérica. Cuando se reveló que el Plan de Descontaminación de la zona no había sido aprobado y puesto en marcha por responsabilidad del ex Ministro de Medio Ambiente Marcelo Mena, que hoy ocupa un importante cargo en la ONU, la presión se enfocó exclusivamente en las empresas.

Las primeras investigaciones de la Superintendencia de Medio Ambiente apuntaron a la empresa ENAP, que descartó su responsabilidad en las emanaciones que supuestamente habían causado la contaminación que afectaba a las personas que acusaban síntomas de intoxicación. Se acusó también en distintos medios de prensa a otras empresas, esta vez privadas, pues tanto ENAP como Codelco Ventanas son estatales.

El Ministerio del Medio Ambiente encargó al Instituto Noruego de Investigación del Aire que emitiera un informe. El estudio duró tres meses y concluidas las mediciones determinó que los cinco químicos estudiados en la zona no representan un riesgo para la salud. Se registraron las concentraciones de compuestos orgánicos volátiles metilcloroformo, nitrobenceno, isobutano, tolueno y sulfuro de hidrógeno, todas ellas sustancias identificadas como causantes de los episodios de intoxicaciones masivas. El metilcloroformo estaba presente en el aire en un nivel que está en la atmósfera en cualquier lugar, el isobutano y el tolueno estaban presentes en rangos no peligrosos.

Las concentraciones de estos elementos están bajo la norma europea y las normas de Estados Unidos. Se prevé que continúen realizándose mediciones durante el año. Esta información acerca de las mediciones del Instituto Noruego de Investigación del Aire ocupó unos pocos centímetros-columna en los medios escritos que habían dedicado portadas completas al tema y apenas alguna mención en la televisión, que había destacado gran número de profesionales, cámaras y móviles a cubrir las noticias sobre las intoxicaciones en Quintero.

Dado el resultado de los estudios uno se pregunta: ¿cuánta manipulación informativa hubo en estos episodios? ¿es posible que muchas personas se hayan sugestionado por la cobertura que se dio a estos episodios? ¿alguien repara el daño reputacional a quienes fueron señalados como culpables?

Preguntas que seguramente quedarán sin respuesta, pero que llamamos a recordar cuando se presenten casos similares y comiencen las denuncias al voleo.

Columna de Luis Larraín, Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, publicada en El Líbero.- 

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