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El valor de las ideas y del diálogo

La Tercera

Diversos partidos políticos se encuentran desarrollando encuentros programáticos con el objeto de delinear sus principales ideas y propuestas de cara a las elecciones de este año. Esta tendencia no es exclusiva de los partidos, pues algunos pre-candidatos presidenciales han anunciado que convocarán a profesionales y técnicos para elaborar sus propuestas. Incluso un grupo de senadores y cientistas políticos de centroderecha dieron a conocer un documento con ideas programáticas. En suma, pareciera que el valor de las ideas y del debate estaría resucitando y abriéndose paso en el intoxicado ambiente político, lo que es una excelente noticia.

El fantasma de la ausencia de debate de la última elección presidencial sigue presente entre los chilenos. Fuimos testigos de la escasa participación y discusión en la elaboración de las propuestas de los principales candidatos presidenciales. Sabido es, incluso, que la hoja de ruta de la actual administración fue redactada por un grupo minoritario de políticos denominado "G90", bajo la conducción de los ex ministros Peñailillo y Arenas. No hace falta recordar el daño que este grupo, incluyendo ambas ex autoridades, le hicieron al país. Los efectos negativos de “el programa”, realizado entre cuatro paredes y avalado incondicional e irresponsablemente por los partidos de la Nueva Mayoría, los sufrimos hasta hoy.

Pero el valor de las ideas no se agota en los programas de gobierno. El valor del diálogo e intercambio de opiniones transciende los períodos electorales. Es una necesidad permanente. Es de la esencia de la democracia. A partir del gobierno de Aylwin fueron frecuentes las iniciativas público-privadas que procuraban el diálogo entre representantes del quehacer nacional con el objetivo de crear puentes de acercamiento y canales de comunicación y confianza que dieron vida a la "democracia de los acuerdos". Sin embargo, el actual Gobierno, dándole la espalda a más de 30 años de entendimiento entre los chilenos, no solo sepultó este estilo de ejercer la democracia, sino que además abandonó el diálogo como forma básica de construcción de acuerdos políticos.

No debemos olvidar cómo se gestaron y aprobaron las reformas tributaria, laboral y educacional. La ausencia de diálogo y acuerdos, sumado a diagnósticos errados, se tradujo en la aprobación de reformas que hoy concitan amplio rechazo entre los chilenos. El proceso constituyente es otro buen ejemplo. El Ejecutivo está obsesionado con llevar adelante un proceso donde lo que domina la discusión es la forma de modificar la Constitución, sin existir claridad, ni menos acuerdos, sobre las propuestas de fondo. Churchill nos recuerda que "la democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás". Bienvenidos sean, pues, estos encuentros, el intercambio de ideas y la formulación de propuestas serias y responsables, donde los centros de estudios tienen mucho que aportar. El debate sano y con altura de miras, en especial durante este año electoral, nos permitirá desarrollar nuestra democracia, protegiéndola de ideas y candidatos populistas y demagógicos.   

 

Columna de Francisco Orrego B., Subdirector del Área Política y Legislativa de Libertad y Desarrollo, publicada en La Tercera.-

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