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Nuevo fracaso de Naciones Unidas

El Mercurio

Graves daños ha causado la Misión de Paz de Naciones Unidas en Haití. La organización ha sido forzada a reconocer que la epidemia de cólera que costó la vida a más de diez mil haitianos fue importada por soldados de Nepal. La ONU debe indemnizar los perjuicios causados por la negligencia en el control sanitario de sus efectivos. No debería seguir amparándose en la inmunidad de jurisdicción para evitar pagar estas reparaciones.

Mientras tanto Haití carece de gobierno legítimo: otra vez se anularon las elecciones por fraudes del oficialismo. Su población sigue en la más abyecta pobreza y protesta por la gestión de la ONU. Prueba de ello son los miles de haitianos que están llegando a Santiago huyendo de la miseria. Muchos siguen siendo vulnerables en el territorio nacional por obvias dificultades de integración. Otra falta de responsabilidad del aparato estatal: abrirles la frontera sin disponer de los medios para asistir a los marginados.

Por años hemos planteado el regreso de las tropas chilenas desde Haití. La misión castrense se eternizó y cuesta anualmente decenas de millones de dólares a los contribuyentes chilenos. Limitado es el beneficio para la imagen nacional. No hay mayor prestigio cuando se participa de un proyecto fracasado. Por las tareas asignadas, tampoco hay mayores ventajas para el desarrollo profesional de las fuerzas armadas.

El despilfarro, que en total puede superar ampliamente los cien millones de dólares, parece no importar a los senadores y presidentes: durante doce años no se han interesado en sacar estas cuentas antes de aprobar la renovación de esta misión.

Los dos primeros años fueron justificados. Se mostró una generosa disposición humanitaria y una ejemplar capacidad de despliegue de nuestras fuerzas armadas, que contribuyeron a evitar una guerra civil.

Después la intervención extranjera ha dificultado y puesto en interdicción a los haitianos para resolver sus problemas. Son ellos los que pueden y deben sacar su país adelante.

Por una década esta operación no parece tener mayor justificación que agradar a la inepta burocracia de Naciones Unidas, dilapidadora de miles de millones de dólares donados para la reconstrucción de Haití.

Preocupa que nuestras autoridades no aprendan del fracaso de la misión en Haití. Se han sumado, sin más, a otro requerimiento semejante de Naciones Unidas. Esta vez en África. Soldados chilenos en territorio africano es extravagante y de dudosa utilidad para las prioridades e intereses nacionales, de las fuerzas armadas y de la diplomacia. Es también peligroso por las patologías masivas y guerras civiles y tribales. La experiencia indica que el Senado debe responder y ser más riguroso en la autorización y renovación final que debe prestar a estos despliegues.

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de LyD, en El Mercurio.-

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