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Contaminación cruzada

El Libero

En un mundo en que la derecha ha ganado todas las batallas en economía y en que la izquierda ha decidido, ya hace más de una década, abandonar sus ambiciones de un Estado todopoderoso y ha aceptado que el mercado tiene un rol importante en la solución de los problemas públicos, llama mucho la atención que haya políticos que intenten revivir los fracasados ideales socialistas del siglo pasado.

En un mundo globalizado en que florece el empleo por cuenta propia y los empleadores son compañías como Uber, solo en la cápsula del tiempo de la fraternidad de la izquierda más dura, un programa que fortalezca el activismo de los sindicatos puede ser la solución para desigualdad.

Si el mero hecho de aumentar el gasto público fuese la solución para tener servicios públicos de excelencia, entonces la satisfacción de los votantes con los gobiernos que han implementado dichas políticas sería muy grande. Pero la realidad muestra todo lo contrario. Si la solución para darle acceso a la educación a los más pobres fuese la gratuidad de las universidades, debieran observarse más pobres cursando estudios superiores en los países que han implementado dicha gratuidad. La realidad muestra que no es así. La gratuidad universitaria es regresiva y genera problemas de financiamiento para las universidades.

Los párrafos anteriores podrían fácilmente ser interpretados como una crítica destemplada de este columnista contra las políticas que está aplicando en Chile el actual gobierno. Pero no lo son. Estos son fragmentos de un artículo publicado por la prestigiosa revista “The Economist” el 21 de septiembre pasado, en que critica las ideas y propuestas del nuevo líder del partido laborista Británico Jeremy Corbyn. ¿Sorprendido? Cómo no estarlo, cuando la similitud del discurso de Corbyn con el programa de reformas que pretende implementar el gobierno de la Nueva Mayoría (NM) en Chile es indiscutible.

El semanario inglés señala que para saber dónde ubicar el corazón ideológico de Corbyn, basta mirar a quienes lo acompañan, argumentando que Corbyn ha expresado públicamente su admiración por Hugo Chávez. Yo agregaría que Corbyn estuvo casado por más de 12 años con Claudia Bracchitta, una chilena reconocidamente de izquierda, y ahora, en terceras nupcias, está casado con Laura Alvarez, activista mexicana de derechos humanos. En vista de esta evidencia, se podría argumentar que ha habido una especie de contaminación cruzada entre las ideas de la izquierda radical latinoamericana y el corazón del nuevo líder del partido laborista británico.

A pesar de las similitudes entre Mr. Corbyn y la NM, existe una importante diferencia. Mientras “The Economist” le asigna nula posibilidad a Corbyn de ser elegido primer ministro en Inglaterra, en gran medida por sus radicales y probadamente equivocadas ideas y propuestas; en Chile, la NM ya ganó en las urnas el derecho a gobernar e intentar implementar dichas ideas. La pregunta que debemos hacernos es: si las ideas de Corbyn son tan desastrosas y dañinas para Inglaterra como señala la revista “The Economist”, ¿cómo las mismas ideas podrían ser buenas para Chile?

 

Columna de José Ramón Valente, Consejero de LyD, publicada en El Líbero.-

 

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