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Rodrigo Valdés: La Prueba de Fuego

El Libero

Luis Larraín A.Rodrigo Valdés vive los días más importantes de su corta estadía como Ministro de Hacienda. El escenario económico internacional se ha deteriorado claramente en la última semana, a partir de creciente dudas sobre la fortaleza de la economía china. La caída de la bolsa de Shangai ha arrastrado los demás mercados bursátiles mundiales, incluyendo Wall Street, las bolsas europeas y nuestro alicaído IPSA. El dólar en Chile ha superado la barrera de los 700 pesos, alcanzando su valor más alto en los últimos doce años.

Los efectos sobre la economía chilena son un claro reflejo de la influencia de China sobre los mercados emergentes, impactados por la baja en la demanda de commodities del gigante asiático. El precio del cobre se mueve en torno a los 2,5 dólares la onza, cercano a los costos de producción locales. De hecho el banco de inversión Barclays considera que Codelco es la empresa de cobre más afectada en el mundo por esta situación.

Para una economía que está pasando de la desaceleración al estancamiento estas son muy malas noticias.

En efecto el crecimiento de la economía chilena respecto al trimestre anterior, lo que algunos llaman la velocidad del crecimiento, alcanzó el 0% en la medición de mayo. Esto se veía venir como consecuencia del deterioro de la inversión, que ha cumplido un año de variaciones negativas.

La pregunta hoy día es si Chile va a entrar en una recesión después de las etapas de desaceleración y crecimiento cero.

Los márgenes que tiene la política económica para enfrentar este escenario son cada vez más estrechos. La tasa de interés real en nuestro país hace rato que se sitúa entre el cero y los valores negativos, de manera que la herramienta tradicional para introducir en la economía un shock monetario, una baja en la tasa de interés, ya no tiene efecto. Ello sin considerar que el Banco Central  ya había desechado esa fórmula por la persistencia de la inflación por sobre el rango meta.

Otra herramienta tradicional de estímulo a la economía, la política fiscal, parece también estar agotando sus posibilidades. El crecimiento de 8,8% del gasto fiscal en lo que va del año obliga, en palabras del propio Ministro de Hacienda, a un esfuerzo de austeridad fiscal para el próximo período presupuestario. Se estima por parte de diversos analistas que el gasto fiscal debiera bajar a la mitad su expansión en el ejercicio 2015. En efecto, el déficit fiscal se eleva por sobre el 3%, el déficit estructural o cíclicamente ajustado se aleja de la meta del gobierno y la persistencia de un escenario llevaría inevitablemente a un aumento de la deuda externa de Chile que haga pensar a las clasificadoras de riesgo en cambiar nuestro rating.

Para quienes tienen la esperanza que el aumento del tipo de cambio (y depreciación del peso) contribuyan a un fortalecimiento de la competitividad, la mala noticia es que el tipo de cambio real no se encuentra muy alejado de la trayectoria de los últimos años. Una de las explicaciones para ello es el alto grado de indexación de nuestra economía, en buena parte explicada por la inflexibilidad a la baja de las remuneraciones que determina nuestra legislación laboral.

Así las cosas, es un verdadero disparo en el pie impulsar una reforma laboral que haga más inflexibles aún a la baja los salarios.

Y eso es precisamente lo que hace la reforma del gobierno.

En un escenario de deterioro de las condiciones externas es insensato exponer a nuestra economía a un período de huelgas sin reemplazo, en que los activos de la empresa quedan capturados por los huelguistas; que cuentan además con la garantía de que los trabajadores que participan en el movimiento no podrán descolgarse individualmente de la huelga, quedando los trabajadores a merced de los dirigentes sindicales que tendrán la “titularidad” (léase monopolio) de la negociación colectiva.

Ese es el conundrum de Valdés con la reforma laboral. Si quiere tener alguna chance de sacar a la economía chilena adelante, sorteando la peligrosa trampa en que está metida, debe modificar la reforma laboral. Y el “desde” es permitir el reemplazo con trabajadores internos y moderar la “titularidad” sindical. Tiene poco tiempo para hacerlo y si no lo hace, luego de ello ya Valdés no valdrá nada.

Columna de Luis Larraín, Director Ejecutivo de LyD, publicada en El Líbero.-

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