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Segundo tiempo

Voces La Tercera

Maria Paz Arzola LyDEn un partido de futbol, el segundo tiempo es una oportunidad para que el técnico mueva las fichas y busque enmendar los errores cometidos en la primera fracción. Del mismo modo, el cambio de Ministro de Educación también podría constituir una excelente oportunidad para que el Gobierno salga a reivindicar los errores cometidos en la primera parte de su reforma, encausándola por fin hacia el objetivo de mejorar la calidad de la educación.

El punto de partida más lógico para comenzar con la reforma al sistema educativo era identificar lo que se había hecho bien durante las últimas décadas, para sobre eso construir y corregir lo que se había hecho mal. Sin embargo, durante la tramitación de la recién promulgada Ley Nº 20.845 (lucro-selección-copago), el ex Ministro Eyzaguirre optó por la confrontación, cuestionando dura e injustamente la labor de todos los sostenedores educacionales y las decisiones de las familias en el último tiempo. En ese contexto, el resultado no podía ser distinto a lo que fue: una ley basada en la desconfianza, que quitará a las escuelas la flexibilidad para gestionar sus recursos y a las familias su libertad para elegir entre proyectos educativos diversos, a cambio de imponer una elevada e innecesaria carga burocrática sobre el sistema escolar.

Hoy las escuelas están sumidas en una profunda incertidumbre que las mantiene desorientadas sobre su futuro. Mientras tanto avanza el calendario y los sostenedores deben decidir si seguir o no operando en el sistema subvencionado bajo las nuevas condiciones impuestas. Quizás esa inseguridad sea la que los mantiene fuera de la discusión del proyecto de ley de Carrera Docente que fue ingresado hace más de un mes a la Cámara de Diputados, aun a pesar del peligro que éste reviste en la medida que, tal como está formulado, podría arrebatarles parte de las atribuciones que les quedarán en relación a la administración de sus profesores.

En este escenario, la nueva Ministra tiene una inmejorable oportunidad de modificar esta iniciativa en la dirección que recomienda la evidencia: entregándoles mayor autonomía a las escuelas y a sus equipos directivos en lo relativo a la evaluación y gestión docente. De esta forma, les devolvería la confianza que les quitó el ex Ministro, y con ello podría alinearlas tras su reforma. De avanzar en ese sentido, éste no sólo podría llegar a ser el proyecto emblema de un Gobierno que hasta ahora ha enfrentado un fuerte rechazo de la ciudadanía a cada una de sus reformas, sino que también podría ser el proyecto clave para sacar adelante a nuestro sistema escolar.

Aunque todo indica que el presupuesto disponible para aumentar el gasto en educación ya se acabó, la nueva Ministra tiene en sus manos algo mucho más valioso que cualquier suma de recursos: el poder para recomponer las confianzas, algo tan necesario en estos días. Por el bien de nuestro sistema escolar, esperamos que le vaya muy bien en esta gran tarea que ha asumido.

Columna de María Paz Arzola, investigadora del Programa Social de LyD, publicada en Voces de La Tercera.-

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