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PROCESO CONSTITUYENTE CONSTITUYÉNDOSE

El Mercurio

Es cierto, las definiciones de la Presidenta en torno al “proceso constituyente” –dificulto un concepto más sobre interpretado que éste en las últimas semanas– no llegaron y la respuesta fue tautologica: más proceso constituyente. Con todo, no dejan de ser interesantes algunas luces que entregó al abordar el asunto. Veamos dos.

¿Se descarta la Asamblea Constituyente?  La respuesta es no por el momento; la pregunta es por qué. Existe, creo, una razón más bien táctica. Al ser ella en realidad en esta materia una moderada que ya tomó la decisión de descartar la AC, tendrá el doble trabajo de notificar gentilmente a los radicales de su sector de ello, por un lado, y luego subirlos al gran Acuerdo Nacional, por el otro. Se trata de un asunto en extremo delicado al interior de la izquierda.

¿Se descarta la retroexcavadora constitucional? Al parecer sí. Es curioso que los sectores más radicales de la Nueva Mayoría siguen viendo el debate constitucional desde el prisma de la “Constitución de Revancha”, tanto en el fondo como en la forma. Así, en el fondo, por ejemplo, si acusan a la actual Constitución como neoliberal, en vez de borrar dichos rasgos, haciéndola neutral, buscan consagrar un Estado de Bienestar, algo así como un neoliberalismo de signo contrario. Por otro lado, en la forma, buscan fórmulas para tratar de avanzar su programa con la menor mayoría posible, como si se tratara el debate constitucional de un debate sobre legislación laboral o tributaria, sin entender que por su naturaleza, porque es la casa de todos, la Constitución es un gran pacto de mayorías y minorías donde no caben aplanadoras. Al convocar a un amplio acuerdo político la Presidenta no solo entiende el sentido más profundo de la Constitución, sino una cuestión central: la legitimidad de este proceso no sólo está marcado por una participación ciudadana relevante, incidente, sino, y principalmente, por evitar el camino de los resquicios legales que dinamiten la posibilidad real de generar una nueva Constitución a la que todos juren lealtad. Cualquier trampa en el camino a la Nueva Constitución implicará, desde el día siguiente, la existencia de una minoría, con el potencial de futura mayoría, que la declare ilegítima de origen y tenga un precedente al que echar mano en el futuro para, mediante otro resquicio, echar abajo la Constitución de Bachelet.

Columna de José Francisco García, Coordinador de Políticas Públicas de Libertad y Desarrollo, publicada en los Medios Regionales de El Mercurio.-

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