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Populismo latinoamericano

El Libero

 

jose r valente"A los populistas les gustan tanto los pobres, que los reproducen”. Esta es una de las tantas freses célebres que Gloria Álvarez, la joven politóloga guatemalteca, pronunció en su contundente discurso ante el parlamento Iberoamericano de la Juventud en Zaragoza, España, el año pasado.

Según esta novel figura de la política latinoamericana, cuyo discurso ha sido reproducido cinco millones de veces en las redes sociales, si bien el populismo latinoamericano tiene su origen ideológico en la izquierda, su fórmula electoral ha sido tan exitosa que lamentablemente partidos políticos tradicionalmente de derecha en varios países latinoamericanos han terminado siendo seducidos por este flagelo como plataforma para acceder al poder.

Consultada en una entrevista televisiva sobre su definición de populismo, Álvarez lo describe como una estrategia para conseguir el poder político y perpetuarse en él, por la vía de entregar obsequios materiales y monetarios de poca monta a una población hastiada del mal funcionamiento de las instituciones, la corrupción y la ausencia de justicia. Es decir, ante la desesperanza de un progreso genuino y un futuro mejor, al menos este señor o esta señora (refiriéndose al gobernante populista) me da algo tangible como premio de consuelo.

Una vez en el poder, argumenta Álvarez, los gobernantes populistas se las arreglan para cambiar la Constitución y las leyes a su antojo y conveniencia. El signo más claro de un gobierno populista es su delirio por una asamblea constituyente.

Los populistas no le temen al bajo crecimiento económico, al desempleo o a la inflación. Todos estos flagelos permiten que sus pequeños regalos materiales encuentren terreno fértil entre la desesperanzada población. Los gobiernos populistas le quitan la dignidad a la gente, señala Gloria Álvarez en su discurso, porque las transforman en seres dependientes de la ayuda estatal e incapaces de valerse por sí mismos. Es decir, al populista no le interesa que la gente aprenda a pescar, por el contrario, quiere que la gente siga dependiendo de los peces que ellos les puedan proveer. De esa manera los gobernantes populistas pueden perpetuarse en el poder bajo regímenes de apariencia democrática.

Las referencias a los gobiernos de Chávez y Maduro en Venezuela, al gobierno de los Kirchner en Argentina y también al de Dilma Rousseff en Brasil son obvias. Por su parte, Chile es citado constantemente en los foros internacionales como un ejemplo de que no todos los países latinoamericanos son iguales. Que en algunos países como Chile las instituciones funcionan y las políticas públicas están diseñadas con parámetros técnicos y objetivos de largo plazo y no como herramientas para pagar favores políticos.

Ante la coyuntura política que actualmente vive nuestro país, la pregunta que evidentemente debemos hacernos los chilenos es qué tipo de sociedad queremos para nuestro futuro. ¿Una república democrática como la que hemos tenido en los últimos 25 años con todas sus virtudes y defectos o un gobierno populista del tipo que magistralmente describe Gloria Álvarez y que abundan en nuestro continente?

 Columna de José Ramón Valente, Consejero de Políticas Públicas de LyD, publicada en El Líbero.- 

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