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LA CENTRODERECHA ENTRE LAS CALLES DE OCTAVIO PAZ

Voces La Tercera

REPRODUCIMOS LA COLUMNA DE JOSÉ FRANCISCO GARCÍA, COORDINADOR DE POLÍTICAS PÚBLICAS DE LYD, PUBLICADA EN VOCES.

“Mis pasos en esta calle

Resuenan

En otra calle

Donde

Oigo mis pasos

Pasar en esta calle

Donde

Sólo es real la niebla”

“Aquí”, uno de los poemas más interesantes del poeta mexicano y premio Nobel de Literatura (1990), Octavio Paz , me parece logra capturar con particular claridad el estado actual en el que se encuentra la centroderecha. En su búsqueda por encontrar el tono apropiado de ser oposición, transita entre las calles de Paz. Como veremos, no se trata sólo de articular un discurso en el presente opositor (en esta calle, donde sólo es real la niebla), sino dirigir sus pasos hacia la reconstrucción de su identidad (en otra calle).

No nos engañemos. En este calle, y hace pocos meses, eran pocos los centroderechistas que no la veían condenada a una larga travesía en el desierto: otra más, una vez más. Dicha travesía podría estar marcada por su potencial irrelevancia en el escenario político, irrelevancia que podría verse amplificada por la fragmentación y los incentivos del discolaje (fantasma que aparece una y otra vez frente a cada nueva reforma que se anuncia). Mal que mal, la biografía política e intelectual de la derecha –de sus muchas derechas en la historia republicana–, ha estado marcada por el espíritu de fronda, las facciones y el caudillaje. Y todo parecía indicar que la gruesa mayoría del oficialismo en el Congreso -una agenda clara de al menos tres reformas estructurales-, sumada al tradicional “jogo bonito” al que nos tenía acostumbrada la Concertación, volcarían a la fronda y a los caudillos conservadores y liberales desde la ahora menos visible vitrina del Congreso, a la de los partidos políticos en medio de definiciones partidarias.

Más aún, el debate en torno a la hegemonía en el discurso político, marcada por la discusión en torno a “este” vs. el “otro” modelo, podía pasar de tragedia a apocalípsis si la discusión pasaba a darse exclusivamente al interior de la Nueva Mayoría, entre moderados y radicales, quedando no sólo la centroderecha en la irrelevancia en el plano político-electoral -con sus escasos votos en el Congreso-, sino en cuanto a la legitimidad de buscar convertir en mayoritaria -a nivel social- su identidad cultural, la plausibilidad de sus principios políticos fundamentales en torno a la libertad y la responsabilidad individual, el mérito, etc.

Contra todo pronóstico, y a pesar de ser algo temprano para ser categórico en este ámbito,  ha sido un cúmulo de errores no forzados del oficialismo, crecientes, acumulativos –que, por lo demás, hacen irreconocible a este oficialismo de la Concertación del jogo bonito–, los que han ido moviendo a la centroderecha en pocas semanas desde el plano de lo fantasmagórico, al de la materialidad, generando pincelazos de cohesión, unidad de acción y, en definitiva, de identidad, ahí donde parecía imposible en el corto plazo.

En efecto, justo ahí donde no era esperable que la Nueva Mayoría cometiera errores –en la reforma tributaria, la más fácil de las tres–, ni que la centroderecha pudiera ser capaz de empatizar con las emociones de la clase media –incluso con líderes de opinión del mundo informativo y de la farándula–, pareciera estar sucediendo lo impensado. Más aún, el que en tan pocos días, la cortina de humo (reforma electoral), en teoría perfecta, que se levantó para salir jugando ante los pasos en falso de la reforma tributaria, tenga como epicentro el impopular debate en torno al aumento en el número de parlamentarios, hacen que el knock-out propinado por la Nueva Mayoría a la centroderecha en diciembre del año pasado luzca menos dramático de lo que en realidad fue.

Lo importante, en todo caso, es no perderse en la niebla de esta calle. Aunque sean los errores no forzados y las dobles faltas de la Nueva Mayoría las que estén operando como subsidio a la cohesión, unidad de acción y a forjar la identidad opositora de la centroderecha, aún resuena, en la otra calle, la necesidad de que la centroderecha logre reencontrarse con su relato, en sus propios términos y no sólo a modo de oposición, con sus principios políticos, dando sentido al proyecto de sociedad alternativo que busca ofrecerle a los chilenos.

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