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2013 ¿LA CRISIS DEL 2008 FINALMENTE QUEDARÁ ATRÁS?

El Mercurio

A continuación reproducimos la columna de Hernán Büchi, Consejero de LyD, publicada en El Mercurio.-

 

En los años previos al 2008 el mundo experimentó un progreso sin parangón. El crecimiento promedio 2000-2007 alcanzó a 4,5%. Gracias a ello parte importante de la humanidad salió de la miseria y mejoró su calidad de vida, especialmente en Asia.

La crisis de confianza iniciada en el sistema financiero de EE.UU. en Octubre 2008, interrumpe este proceso. El producto mundial cayó el 2009 un 0,6% y la trayectoria posterior no ha logrado compensar esa caída y recuperar la tendencia. Más aún, el 2011 fue un año de peor crecimiento al esperado, 2,4% a precios de mercado y 3,0% a paridad de compra.

Este menor dinamismo lo explican en parte las incertidumbres que se han sucedido desde el inicio de la crisis y que podían empujar la economía mundial a una situación caótica.  Del colapso financiero en EE.UU. se pasa a dudar de los bancos europeos y de la solvencia de países de la Unión Europea. Primero, de algunas economías más pequeñas -Grecia y Portugal- y luego de otras más grandes como España e Italia. Se llegó a cuestionar la continuidad de la moneda única, el Euro.  En cierta forma China se sumó a esta seguidilla de incertidumbres con un cambio de tendencia en el crecimiento y una transición política.

No es posible asegurar que las múltiples aristas de cada uno de estos problemas están superadas, pero luego de un arduo proceso de aprendizaje, las autoridades parecen haber fijado planes de acción que dan tranquilidad y alejan la percepción de que se puede caer al abismo.

En ese sentido, la crisis del 2008 estaría finalmente quedando en el pasado y ello debiera expresarse en una menor volatilidad de los mercados y en expectativas más estables. En el último tiempo ya parece insinuarse ese proceso.

Sin embargo, que se despejen las incertidumbres no asegura que volvamos al dinamismo pre crisis. Más de una vez hemos visto cambios de tendencia, y los períodos turbulentos se prestan para ello. Inglaterra, que por más de un siglo era líder de progreso a la par de EE.UU. retrocede y no recupera su status durante el período que transcurre entre las dos grandes guerras.

EE.UU. que fue el primero en resolver la crisis de sus bancos no ha recuperado lo perdido ni tampoco ha regresado al patrón de crecimiento que, con altibajos, ha mantenido a lo largo de su historia.  Sus políticas macroeconómicas, especialmente la monetaria, se basan en que ello sucederá y la estrategia actual de tasas de interés, expansión monetaria y política fiscal pueden estar sembrando las semillas de una futura crisis si ello no ocurre.

Es posible que en el menor dinamismo de EE.UU. esté pesando la batalla ideológica dada entre quienes quieren una presencia mayor del Gobierno en la economía y quienes buscan la preeminencia del rol de los individuos.  De la crisis ha resultado que la primera posición avance rápidamente y la discusión que viene sobre el límite de endeudamiento del gobierno será el nuevo campo de batalla.

En Europa en cambio las autoridades- en particular el Banco Central Europeo- reconocen que se ha perdido un 6% del producto potencial. En la difícil restructuración del Estado Benefactor, a todas luces un exceso, es dable esperar que las cifras de crecimiento disminuyan aún más en el mediano plazo.  Por su parte, las tasas de progreso de dos dígitos que ha tenido China, también han quedado atrás.  Afortunadamente, dado el increíble crecimiento pasado, una menor tasa de avance sobre una economía más grande, seguirá impactando muy favorablemente en el mundo.

Así, desde esta otra perspectiva -recuperar la tasa de crecimiento anterior- el fin de la crisis de 2008 parece aún lejano y de desenlace incierto. Lo que suceda es de gran relevancia.  Medio punto más o menos de crecimiento puede parecer menor, pero acumulado en el tiempo a nivel mundial tiene un impacto gigantesco en el bienestar de la humanidad.

Chile ha sido uno de los pocos afortunados en este periodo, beneficiándose de un elevado precio del cobre. Ello ha permeado en la economía e impacta a todos los sectores del país. A diferencia de lo que sucede en otras latitudes nuestro desafío no es superar la crisis de 2008, sino ser capaces de satisfacer expectativas crecientes a futuro en un entorno que no mejorará permanentemente para nosotros. En este año electoral ninguno de los actores políticos que han revelado sus posiciones parece estar plenamente consciente de ello.

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