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Prioridad migratoria

El Mercurio

Al fin se reconoce prioridad para abordar las migraciones. Así lo comprometió el ministro Chadwick. Lo hemos planteado por más de diez años.

Solo en esta semana, Francia, Dinamarca, Argentina y la Corte Suprema de Estados Unidos adoptaron importantes decisiones migratorias. Y en Chile nada. Salvo el reciente rechazo por la Cámara de Diputados, en el primer trámite, de la reforma migratoria de la Presidenta Bachelet, presentada al final de su mandato, sabiendo que no sería resuelta por esta legislatura.

El 80% de los chilenos valora las migraciones. Otro porcentaje parecido estima, sin más precisiones, que hay que regularlas. Está involucrado el interés nacional.

Hemos perdido mucho tiempo. La difunta Nueva Mayoría empantanó por cuatro años el proyecto migratorio del Presidente Piñera. Algunos funcionarios del Ministerio del Interior se esforzaron por buscar soluciones. Han fallado el gobierno, los partidos políticos, las universidades y los centros de estudios. Prevaleció su desinterés por investigar, proyectar y valorizar los aportes económicos, sociales y demográficos de las migraciones. El censo entregará poca información y desactualizada.

Desde la encuesta Casen de 2015 se dejaron de entregar estadísticas oficiales relevantes sobre los migrantes en Chile. Hay datos dispersos. Entonces se estimaban en 465 mil. Probablemente ya se han duplicado y multiplicado los indocumentados, el más urgente de los problemas, por su exposición al abuso y también por el riesgo para la seguridad de los habitantes, debido al posible ingreso indiscriminado de narcotraficantes, traficantes de personas y otros delincuentes.

Lo fundamental es que los migrantes son personas, y muy valiosas para el progreso nacional.

Con razón el nuevo ministro de Salud, Dr. Emilio Santelices, se ha comprometido a velar por la salud de los migrantes. En Argentina han surgido tensiones con Bolivia por la atención gratuita a bolivianos carentes de residencia legal. Las migraciones también repercuten en las relaciones y requieren de acuerdos entre los países.

Algunas de las medidas más urgentes sobre extranjería no exigen esperar el extenso trámite legislativo de un nuevo estatuto migratorio.

La ley actual, aunque anacrónica, contempla ciertos controles y flexibilidades, y no obsta para agilizar y regularizar los permisos de residencia de los extranjeros.

Con mejor información, más recursos, un debate apropiado y visión de futuro, habrá que definir pronto las políticas migratorias.

Las migraciones son buenas y están descontroladas. Conforme al principio internacional, la migración debe ser segura, ordenada y regular. Nada de aquello sucede en Chile.

 

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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