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Inmigrantes en Chile: ¿De quiénes estamos hablando?

El tema inmigratorio golpeó con fuerza la agenda pública durante las últimas semanas. Se trata de un tema sensible, que despierta visiones sesgadas y estrechas, muchas veces, alimentadas por el desconocimiento de una realidad emergente en relación al arribo -que por cierto es y será cada vez mayor- de población extranjera, la cual, por variadas razones, está optando por nuestro país como territorio para proyectar nuevos horizontes y expectativas de vida.

Al respecto, en Chile el tamaño de la población inmigrante es del orden de 465 mil personas conforme a los datos de la Encuesta Casen 2015. Esa cifra equivale a un 2,7% del total de la población, cifra que ha mostrado un alza significativa desde el año 2006. Al respecto, si para el año 2006 la cifra de inmigrantes en Chile era de sólo un 1% del total de la población (154 mil personas), hoy esa cifra se ha prácticamente triplicado.

La mayoría de los inmigrantes proviene de países latinoamericanos como Perú, Colombia y Argentina que concentran el 30%, 14% y 12% del universo de inmigrantes, respectivamente. La mayoría se emplaza en la Región Metropolitana y Norte, donde prácticamente el 70% habita en Santiago y cerca del 15% en la zona norte del país.

En materia de caracterización socioeconómica contrario a la opinión generalizada, los datos muestran que los inmigrantes tienen una participación en la fuerza laboral que es superior a la tasa nacional (una tasa de 77% en el caso de los inmigrantes contra un 58% en el caso de los nacionales), mayores años de escolaridad promedio (13 años de escolaridad promedio contra 11 de los chilenos) y niveles de pobreza inferiores a los de la población chilena (9,7% para el caso de los inmigrantes y 11,7% en el caso de los nacionales). Sin embargo, estas cifras muestran variaciones relevantes si se mira la distribución territorial. De este modo, mientras el porcentaje de población inmigrante en situación de pobreza por ingresos en la macro zona norte es de 15,9% , en la Región Metropolitana es de sólo 7,2%, mismo patrón se replica para el caso de la pobreza multidimensional. Esta situación muestra realidades disimiles que deben ser consideradas en los términos del debate político y el diseño de política pública.

Finalmente, buena parte de las reacciones contrarias a la inmigración (particularmente en Europa) pasan por la visión de que los inmigrantes abusan de los sistemas seguridad social. Las cifras para el caso de Chile estarían mostrando un escenario distinto; los datos evidencian que un 73,3% de los inmigrantes cotizó en el sistema  de AFP durante el último mes (ya sea de manera obligatoria o independiente), cifra nuevamente superior a la del promedio nacional (53%). Mientras que en el ámbito de cobertura de salud, un 62% de la población extranjera posee previsión de salud FONASA (un 77,8% de los chilenos) y un 17,6% está afiliado a Isapres (un 14,8% de los chilenos).

El primer desafío es abordar el debate migratorio sin prejuicios, para dimensionar en su real magnitud las implicancias del fenómeno -que por cierto es diverso-,  para así,  con antecedentes objetivos identificar los errores de diseño institucional en aras de lograr una política migratoria con un enfoque moderno, con armonía social y beneficioso tanto para los inmigrantes como para el país receptor.

Programa Sociedad y Política de Libertad y Desarrollo.-

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