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Presupuesto 2016: lo bueno y lo malo

Voces La Tercera

Sin duda, el aporte más significativo que ha hecho el Ministro Valdés desde que tomó la cartera de Hacienda fue revertir el peligroso enfoque de política fiscal de su antecesor. El ex Ministro Arenas, en un contexto de creciente estrechez fiscal, venía implementando un significativo impulso de gasto y había insinuado también la necesidad de mantener este impulso en 2016.

En forma muy optimista parecía interpretar la compleja situación económica actual como un fenómeno transitorio, lo que arriesgaba a nuestro país a transitar por caminos con desenlaces tipo “tragedia griega”. El Ministro Valdés puso en el centro de la agenda la sostenibilidad fiscal, la cual es condición necesaria para un crecimiento sano de la economía. De paso dejó entrever, correctamente, que la menor holgura fiscal tiene un carácter más permanente y que no se puede gastar lo que no se tiene.

Sin embargo, los conceptos anteriores no fueron incorporados del todo en la Ley de Presupuestos 2016, no al menos como se esperaba luego de que el Ministro lograra que la necesidad de austeridad fiscal fuera un criterio compartido por los partidos de gobierno, lo que no era tarea fácil.

El gasto anunciado anoche por la Presidenta como austero, de 4,4%, es respecto a la estimación de gasto (no con respecto a la ley de 2015). No obstante, en julio nos hablaron de una sobreejecución de 2%, con lo cual, comparando con la ley aprobada, llegaría a 6,4% usando esas estimaciones oficiales.

Se mantiene una situación de déficit efectivo elevado, mostrando que la moderación del resultado estructural se explica en parte por parámetros de tendencia optimistas, y que probablemente se reducirán a futuro.

Los ejes del presupuesto: educación, salud y seguridad pública parecen políticamente correctos, al estar en sintonía con las demandas ciudadanas. Sin embargo, sin crecimiento económico no hay agendas de mayor bienestar posibles en el mediano plazo. La recuperación del dinamismo de la actividad privada debería ser también un eje de esta Ley de Presupuestos, de tal forma de que el discurso oficial se refleje efectivamente en hechos concretos ¿En qué forma? Priorizando la eficiencia y la gestión en el gasto, moderando los desembolsos en burocracia, y priorizando la inversión pública que favorezca la actividad privada. En el tema de eficiencia y gestión del gasto público hace mucho tiempo que los gobiernos se sacan mala nota.

Por último, es impresentable que la gratuidad universitaria se vaya a implementar a través de una glosa en la Partida de Educación, y que por ende una política de esta envergadura, que cambia en forma radical el esquema de financiamiento universitario, se inicie con un serio problema de incertidumbre para los estudiantes y las instituciones de educación superior. Es efectivo que en el pasado se ha hecho algo similar con otros programas de ayuda, pero es una práctica que sería ideal desterrar, en vez de profundizar en la magnitud que se haría esta vez. Este será sin duda el elemento central de la discusión que se viene y dará una señal además de si el gobierno sigue actuando por la vía de la “retroexcavadora”, o como dice, prefiere avanzar a través de un diálogo efectivo, que busque perfeccionar su cuestionable programa de reformas.

Columna de Cecilia Cifuentes, Economista Senior de LyD, publicada en Voces La Tercera.-

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