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AUTÉNTICA IGUALDAD PARA LAS MUJERES

Chile B

A CONTINUACIÓN, REPRODUCIMOS LA COLUMNA DE CONSTANZA HUBE, INVESTIGADORA DEL PROGRAMA LEGISLATIVO DE LYD, PUBLICADA EN CHILE B.

Hace unos meses me tocó compartir en un Seminario con un grupo de parlamentarias de países latinoamericanos y centroamericanos. Teniendo presente que países como Argentina, Ecuador, Brasil, entre otros, tienen ley de cuotas, asumí inmediatamente que muchas de ellas —al verse beneficiadas por ésta normativa— tenderían a defender dicho instrumento. Me sorprendí al notar que ninguna de las representantes creía en las cuotas obligatorias como mecanismo para aumentar la participación femenina en política pues consideraban que instaurar una ley de este tipo implica asumir que las mujeres tendrían algún tipo de desventaja frente a los hombres.

Pues bien, la evidencia muestra que sin perjuicio de los avances que se han sucedido cada vez con mayor rapidez desde la revolución francesa-cuando las mujeres exigieron derecho a voto- hasta nuestros días, aún existe un desequilibrio en la participación política de hombres y mujeres. Cada cierto tiempo este tema vuelve a  estar en boga a propósito de iniciativas legislativas relacionadas con la materia y hoy tras la presentación del proyecto de reformas al sistema electoral presentado por el gobierno que considera, entre otras cosas, una cuota de 40% de mujeres en la declaración de candidaturas y un incentivo económico a los partidos políticos a los cuales pertenezcan las candidatas que sean electas, se vuelve abrir el debate en Chile.

Bien vale tener presente la evidencia internacional, que nos dice que el 60% de los países con mayores índices de participación femenina en política corresponden a países que tienen cuotas partidarias voluntarias o derechamente no tienen ley de cuotas (Alemania, España, entre otros). También parece necesario tener presente cuáles son las verdaderas barreras que dificultan el ingreso de más mujeres en política. ¿Es un tema de machismo o un capricho de los partidos políticos? Ciertamente el primer instinto nos lleva a pensar que algo de eso hay, sin embargo la realidad es muy distinta.

Un estudio de la Unión Parlamentaria realizado en 2008 exponen los principales elementos disuasivos de hombres y mujeres para entrar en política. De acuerdo a este informe, los tres principales factores de las mujeres para no entrar en política tienen que ver con: responsabilidades domésticas, actitudes culturales prevalentes sobre los papeles de la mujer en la sociedad y la falta de apoyo de la familia. Después de eso se observa razones económicas y luego se agrupa un conjunto de factores relacionados con la falta de apoyo de los partidos políticos, la falta de capacitación o la inseguridad personal a la hora de asumir cargos de relevancia política. Es decir, los principales argumentos de las mujeres para participar son de carácter cultural.

Es importante destacar que un sistema de cuotas obligatorias como el propuesto vulnera el principio de igualdad ante la ley consagrado constitucionalmente. Este principio se basa en otorgar el mismo trato, derechos y oportunidades a personas distintas. De ahí que la justificación de una discriminación a favor de un determinado grupo no puede devenir en forma arbitraria, esto es, trato desigual a las mujeres con respecto a los hombres, cuando se les ha reconocido igualdad en su dignidad y derechos.

Desde un punto de vista estrictamente aritmético, efectivamente puede que al establecerse un sistema de cuotas, más mujeres obtengan representación parlamentaria, sin embargo la pregunta que debiéramos hacernos es si queremos avanzar en torno a la igualdad de resultados o de verdad apostaremos por la igualdad de oportunidades para que se generen las condiciones que posibiliten una mejor integración femenina en la arena política. Cuando una sociedad opta por la igualdad de resultados y la discriminación positiva es porque ha fracasado en ofrecer una auténtica igualdad de oportunidades y en la realización de un cambio cultural efectivo.

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