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EL DESAFÍO DE LA DESCENTRALIZACIÓN

A continuación reproducimos la columna de José Francisco García, Coordinador de Políticas Públicas de LyD, publicada en www.elvaso.cl:

Hablar de descentralización en Chile hoy en día está de moda. Sin embargo, es un tema de gran complejidad. Ni siquiera los expertos están de acuerdo en una única estrategia de descentralización para Chile. Para algunos ello pasa por potenciar la regionalización a través de los gobiernos regionales (siendo el paradigma la existencia de un intendente o un presidente regional elegido popularmente) o avanzando hacia un esquema de federal (de discutible raigambre cultural e histórica en nuestro país); otros creen se debe abandonar la estrategia de regionalización a cambio de una reforma radical que potencie los gobiernos locales (y en donde sea posible, por ejemplo, otorgar a los Municipios potestades amplias en materias de seguridad pública, como la posibilidad de crear policías municipales).

Lo anterior va acompañado, además, de discusiones en torno a la posibilidad de que exista una descentralización fiscal: financiamiento de bienes públicos regionales o locales mediante tributos que no van a un fondo común, y que permitiría, que la carga tributaria fuese parte de las ventajas competitivas de cada región y del atractivo de las mismas. Ello se ha vinculado, por ejemplo, a la competencia en Estados Unidos entre los estados para cobrar bajos impuestos a las empresas para constituirse en dichos estados, o bien transformarse en un “paraíso fiscal” a la hora de cobrar impuestos bajos a los adultos mayores que ya se han jubilado.

Hay todavía una tercera estrategia, un modelo ecléctico, como el actualmente existente bajo nuestra legislación, que busca integrar ambos ámbitos de actuación estatal bajo la lógica de la subsidiariedad competencial. Esta última es la posición que pareciera buscar sacar adelante el Presidente de la República al sostener en el discurso del 21 de mayo de 2010 que: “Todo aquello que puedan realizar los gobiernos regionales mejor que el gobierno central, será de competencia de las regiones. Y todo lo que puedan hacer mejor los municipios que los gobiernos regionales, será de competencia de los municipios”.

La actual agenda gubernamental en descentralización está buscando aterrizar en medidas concretas la visión presidencial antes descrita. Ello ha implicado para este año duplicar la inversión regional respecto al promedio 2002-2009 y un aumento sustancial en recursos en salud y educación a nivel local; aumento de más de $100 mil millones respecto al 2009 en el Fondo Común Municipal; la transferencia de competencias a nivel regional y comunal; la elección directa de los consejeros regionales; simplificar y facilitar la realización de plebiscitos comunales y consultas ciudadanas; y repensar el esquema de incentivos especiales para las zonas extremas en cuanto a la bonificación a la mano de obra, crédito tributario a la inversión y el fondo de fomento de zonas extremas.

Se trata entonces no sólo de un aumento de recursos; sino un esfuerzo serio por intentar delinear una estrategia en la materia.

Si bien creemos es un buen punto de partida; debe, en todo caso, considerar el potencial de distorsiones que se pueden generar; la captura de la legislación pro parte de los grupos de interés (que sólo potencia movimientos y protestas como los de Aysén bajo la forma de un discurso de interés nacional); evitar una lógica desarrollista desde el gobierno central; y, que el actual esquema de evaluación de políticas (tanto a nivele de beneficios como de regulaciones) es todavía débil.

El Estado, por lo mismo, no puede perder de vista cumplir sus principales roles. Es por eso que es necesario mejorar el acceso a estas regiones y la conectividad del país, porque indirectamente se atacarán los problemas anteriormente mencionados, y se logrará la verdadera unión geopolítica del país, terminando con el aislamiento de las zonas extremas.

Asimismo, el establecimiento y respeto por reglas claras que permitan el desarrollo de mercados y de la iniciativa privada en actividades como minería, comercio y turismo en la zona norte, y la agrícola-silvícola, pesquera y manufacturera para la del sur; tienen un potencial mayor que la entrega de beneficios selectivos.

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