A continuación reproducimos la columna de María Paz Arzola, investigadora del Programa Económico y Social de LyD, a raíz del lanzamiento del libro "La Buena Educación"

El debate sobre nuestro sistema educacional se ha poblado de mitos. Si bien es positivo conciliar diferentes visiones, es un peligro que ideas erróneas terminen orientando las políticas en la dirección equivocada. “La Buena Educación” es un libro que ve la luz tras meses de tensas discusiones sobre el futuro de nuestro sistema educacional y busca cuestionar una serie de lugares comunes que se han instalado.

En primer lugar, se cree que tan sólo aumentando los recursos, el sistema de educación pública mejorará. En la última década, el gasto en educación escolar ha crecido de forma sostenida, duplicándose en términos reales, pero el mayor gasto no se tradujo en una mejora del desempeño escolar. La discusión sobre el monto de los recursos no va de la mano con la de la calidad. Para mejorar el nivel del sistema educativo, el tema no es el cuánto, sino el cómo usamos los recursos. El desafío está en mejorar la administración de los mismos, para lograr hacer más con lo mismo. Un saco roto no se va a llenar nunca, si antes no ha sido reparado. En el caso de la educación pública, necesita ser reparada, mediante buenos profesores y con directores que tengan la autonomía para tomar decisiones, que se responsabilicen por los resultados de su colegio, y que respondan por ellos, de tal forma que el no cumplir con los estándares les repercuta negativamente.

Por otro lado, hay cifras que dicen que nuestro sistema es segregado, pues niños provenientes de distintas realidades rara vez conviven dentro de una misma sala de clases. A raíz de esto, nace el mito de que los culpables de la poca diversidad son los colegios particulares subvencionados. Sin embargo, el sector particular subvencionado recibe en mayor medida a alumnos de distinto nivel socioeconómico. Según la CASEN 2009, estos cobijaban una mayor diversidad de alumnos de acuerdo a su origen socioeconómico que los colegios municipales. Es decir, que la distribución de alumnos de los primeros es más representativa de la población del país, que la de los segundos.

También se ha culpado al financiamiento compartido de la falta de diversidad en las escuelas. Sin embargo, encontramos que son justamente los colegios que cobran financiamiento compartido los que contribuyen con una mayor diversidad de estudiantes al sistema. La falta de diversidad en la educación pública, entendida como la poca representatividad que tienen los distintos sectores de la población dentro de un mismo colegio, se debe principalmente a la menor participación de alumnos de mayores ingresos. El financiamiento compartido proporciona una mayor diversidad, pues permite que familias de ingresos más altos que están dispuestas a pagar para educar a sus hijos opten por estos colegios, en la medida que ofrecen buena calidad. La eliminación del financiamiento compartido provocaría mayor segregación, pues el que puede y quiere pagar elegiría colegios particulares pagados, y el que no, colegios públicos. Eso no es lo que queremos.

Para aumentar la diversidad del sistema de educación pública, se debe ofrecer educación de calidad, de tal forma que las familias opten por la educación pública y que así los colegios sean representativos de la diversidad de la población de nuestro país. La educación pública debe volverse una alternativa real para las familias que buscan educación de buen nivel, independiente del grupo socioeconómico del que provengan. El hecho de que aquellos que puedan pagar lo hagan, sirve para aportar más recursos al sistema.

Así, antes de pensar en aumentar los recursos, se debe mejorar la administración de estos. En la medida que los directores tengan atribuciones y autonomía para tomar las decisiones que apunten a mejorar el desempeño de los colegios, que respondan por los resultados y carguen con las consecuencias, es esperable que haya una mejoría. Esto a su vez permitirá atraer alumnos de todos los sectores, proveyendo al sistema de educación pública de la diversidad anhelada.