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Ayudemos a Venezuela

El Mercurio

Los chilenos podemos contribuir a resolver el drama venezolano, más allá de sumarnos a la presión internacional de las gestiones diplomáticas y de los dirigentes políticos nacionales. La crisis humanitaria desencadenada por el socialismo de Chávez y Maduro se puede agudizar: Nicolás Maduro mantiene el control territorial y administrativo; sus generales lo respaldan; tiene a su favor una parte de su pueblo; el poder del Presidente encargado, Juan Guaidó, es más bien simbólico; China, Rusia, Irán y Cuba apoyan a Maduro, y Naciones Unidas opta por eludir esta tragedia. Primero, la caridad comienza por casa.

Según estimaciones del Departamento de Extranjería y Migraciones, cerca de 300 mil venezolanos residen en Chile, casi 1 de cada 4 extranjeros avecindados en el país. Son la mayor comunidad extranjera residente. Por impedimentos burocráticos, su potencial, capacidades y dignidad no son suficientemente reconocidos ni aprovechados. Corresponde agilizar sus visas de residencia y el uso de sus títulos profesionales. 

Sin permisos de trabajo, están expuestos al abuso en sus contrataciones, a menores ingresos y remesas a sus familiares y opositores en Venezuela, y se les dificulta su integración social. Sin sus títulos profesionales no pueden ejercer como médicos, ingenieros, profesores, académicos y técnicos. Se debe terminar con el monopolio de la Universidad de Chile para homologar los títulos obtenidos en el extranjero y flexibilizar su reconocimiento. Una disposición para estos efectos, aplicable a chilenos y a otras nacionalidades, cuenta con transversal apoyo parlamentario. El Gobierno debe dar tramitación separada y poner urgencia a esta iniciativa legal, actualmente inserta en el proyecto de ley sobre migraciones, que podría tardar un año o más en ser aprobado. Con la actual legislación, don Andrés Bello, ilustre humanista venezolano, abandonado por su gobierno, primer rector de la Universidad de Chile, no podría haber sido profesor titular ni rector de esa importante universidad.

Asimismo, la sociedad civil chilena debe organizarse para acoger a los venezolanos, ser parte de la ayuda humanitaria a Venezuela y no descansar únicamente en los programas asistenciales del Estado de Chile. La solución de la crisis venezolana depende de los venezolanos, y la intervención militar extranjera usando la fuerza debe ser descartada por contraproducente. Sin embargo, las fuerzas armadas venezolanas son decisivas para iniciar el proceso de transición.

Las relaciones castrenses latinoamericanas, argentinas, colombianas, chilenas, especialmente las de Brasil, por sus vínculos con militares venezolanos, pueden servir para dar garantías en las negociaciones yamnistías a los generales disidentes del régimen de Maduro. Además de la presión diplomática internacional y de los discutibles embargos comerciales —por su daño a inocentes—, hay otras formas de colaborar a la transición y disminuir el sufrimiento venezolano.

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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