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Las primeras semanas»

El Mercurio

Hace tres semanas el Presidente Piñera asumió su segundo mandato. Es poco tiempo, pero no ha estado exento de eventos relevantes. En el plano externo, el foco ha estado en los alegatos ante la corte de La Haya.

Mientras Chile se enfocaba en la demanda, en la economía mundial sucedían también hechos importantes. Los mercados de valores experimentaron nuevas volatilidades y fuertes retrocesos diarios. Pero, así como en febrero episodios similares se explicaron por aspectos técnicos, como la abrupta detención de una voluminosa actividad en derivados en acciones, hoy las causas están más bien en el ámbito de la política y Estados Unidos ocupa un lugar central. El Presidente Trump cambió su equipo, particularmente en relaciones internacionales y materias de seguridad. Las personas que se desempeñarán en dichos cargos son de capacidad reconocida, pero con una visión mucho más dura de cómo debe actuar el país ante los dilemas que enfrenta. Está por verse si esto permitirá resolver mejor los conflictos con Corea de Norte e Irán, o aumentarán los riesgos de que escalen.

Asimismo, decidió redoblar sus esfuerzos para lograr un mejor trato en el comercio mundial. Por su parte, China actúa en el mercado internacional a través de sus empresas y como Estado, sin respeto a la propiedad intelectual y obligando a las compañías extranjeras que operan en su mercado a entregar su tecnología. Además, determina sectores prioritarios y los subsidia, por ejemplo, a través de la disponibilidad de capital. Europa no lo hace mal y mientras el Presidente Trump tomaba protagonismo, usando argumentos simplistas y estableciendo aranceles al acero y al aluminio -que después decidió suspender para varios países- una Comisión de Bruselas proponía un impuesto a los ingresos de las compañías que operan en la red, que se redactó, probablemente, para afectar a las empresas americanas.

La estrategia negociadora de amenazas arancelarias y alto perfil mediático del Presidente Trump, si bien puede generar, a su juicio, un comercio con menos distorsiones de las que afectan a su país, podría también derivar en una escalada de medidas que atenten contra el libre comercio. De ser así, las consecuencias de largo plazo serían muy negativas para el progreso mundial.

Pero no sólo el Ejecutivo americano estuvo noticioso. El 21 de marzo, el nuevo Presidente de la FED debutó dando a conocer los acuerdos del Consejo. La tasa de política subió a 1,75% y quedó claro que existían opiniones divididas respecto de si habría dos o tres alzas más en el año. La visión de los consejeros es que se llegará a una tasa de 3,5% a fines del 2020.

En los últimos meses las tasas de corto plazo del mercado han subido en consecuencia, la tasa Libor en USD a 12 meses superó el 2,6%, cuando el 2017 estuvo entre el 1,7 y el 2,0%. Las tasas largas no se han comportado igual. El pagaré del tesoro a 30 años se mantiene cerca del 3,0%, por debajo de la tasa de política esperada para dos años más. Algunos ven en esta realidad de tasas cortas altas y largas bajas el presagio de una recesión. Otros estiman que las tasas largas subirán y temen que ello podría ser disruptivo.

Pero a pesar de estas inquietudes, el crecimiento económico se mantiene sólido en todo el mundo. La inversión aumenta y los consumidores no se retraen. En EE.UU. falta que ellos sientan el impulso de las rebajas tributarias de la ley de Reforma Fiscal recientemente aprobada.

Sólo acciones muy desafortunadas podrían romper el círculo virtuoso al que el mundo ingresó por primera vez desde la crisis del 2008. Sigue siendo cierto entonces que la economía mundial sería favorable para que Chile relance el crecimiento.

¿Nos dicen algo los pocos días transcurridos sobre si el Gobierno podrá o querrá enfrentar ese desafío? Quedó claro con la selección del gabinete que tiene la capacidad para hacerlo. ¿Caerá tal vez en la complacencia favorecida por el rebote de la economía y perseguirá el espejismo de los consensos para luego caer en la inacción?

Los daños causados a los incentivos para crear, invertir y emplear son muchos y en todos los frentes. Para que el repunte se mantenga y acreciente, se requiere trabajar en diferentes áreas, lo que será incomprendido y atacado por ciertos sectores.

Hay algunos signos de esperanza y otros que todavía no permiten aquilatar lo que podemos esperar. El ataque al ex candidato Kast dejó en claro que hay quienes se creen dueños de la verdad y usarán cualquier medio a su disposición. Frente a esa actitud el acuerdo no es posible, salvo en sus propios términos. El gobierno tomó nota de ello.

Las decisiones en materia de seguridad, en particular en Carabineros, fueron rápidas e integrales. Las señales frente al terrorismo en el sur indican que se comprende que se enfrenta a organizaciones pequeñas pero entrenadas. Independiente de sus orígenes, son la gran mayoría de los chilenos de esas localidades los que sufren.

En un tema esencialmente valórico, como el ejercicio de objeción de conciencia institucional frente a la nueva ley de aborto, la autoridad actuó con prontitud y acorde a los principios que defiende.

La licitación del Transantiago permitió demostrar que, a pesar de las críticas de sus antecesores, el gobierno intentará modificar los errores heredados cuando ello sea posible. El Transantiago fue una creación del primer gobierno de Bachelet, que sólo pudo mantenerse por los cuantiosos aportes del Fisco -más de US$ 6.500 millones a la fecha–. Que el nuevo gobierno se tome el tiempo para evaluar los pasos a seguir para asegurar que el beneficio al usuario se maximiza, es lo menos que se puede esperar de una administración responsable.

En el caso del emblemático proyecto Dominga es cierto que las leyes ambientales no han cambiado y que debe seguirse el proceso legislativo para modificarlas. Pero existe un gran espacio discrecional de las autoridades, como lo demostró el gobierno anterior en muchos casos, incluido Dominga. La decisión adoptada de no insistir en la conciliación puede ser correcta para ese caso, pero es importante que no sea señal de que no se modificarán los criterios administrativos mientras no se cambie la ley. No sería buen presagio para concretar las inversiones que el país necesita.

En materia fiscal el gobierno ha tenido oportunidades para precisar su visión. Por un lado, se ha visto involucrado en una polémica con las ex autoridades sobre el déficit estructural recibido. A su vez, el Colegio de Contadores manifestó las graves dificultades que se deben enfrentar para cumplir las exigencias del SII. Pero ello es sólo la punta del iceberg, ya que lo más grave no es administrativo sino las oportunidades de crecimiento e innovación que se pierden al asfixiar a emprendedores y trabajadores.

Hacienda manifestó con celeridad que buscará contener el gasto público y ello es valioso. Pero no ha señalado con igual claridad que un cambio en las leyes tributarias es aún más urgente. No es la sola acción de los fiscalizadores lo que aumenta la recaudación. Es el crecimiento económico y la cooperación de los contribuyentes tratados como colaboradores lo que la hace posible. El menor crecimiento de estos años impactó negativamente las arcas fiscales con más fuerza que los supuestos mayores ingresos esperados de los cambios legales.

Está por verse si el gobierno termina entrampado en el mayor déficit y las rigideces del gasto público, o si logra escapar de ese círculo perverso, facilitando el crecimiento y con ello la recaudación, pero sobre bases sólidas y permanentes.

Son pocos los días transcurridos y muchos los desafíos. El gobierno saliente hasta último minuto intentó crear hechos consumados. Su ideal era paralizar al gobierno que llegaba. Hay muchas áreas y problemas en que la nueva administración no ha podido mostrar cuál será su sello. Pero lo visto a la fecha permite mantener la esperanza que intentará volver a encender la llama del progreso.

Columna de Hernán Büchi, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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