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Compás de espera

El Mercurio

Los días entre la primera y segunda vuelta de la elección presidencial son de espera a que se defina entre dos rumbos claramente diferentes para el país. Hace más de un cuarto de siglo que la sociedad no percibía una disyuntiva semejante. La volatilidad de la bolsa -los indicadores bursátiles han caído cerca de un 10% desde su mayor valor- y del dólar reflejan esa realidad.

El proceso electoral del 19 de noviembre pasado generó incertidumbre y certeza. Incertidumbre, pues augura una segunda vuelta presidencial más competitiva y ajustada que la esperada por el mercado. Certeza, porque la Cámara queda conformada con 28 diputados de la izquierda más beligerante, los que serán indispensables para que pueda gobernar el Senador Guillier si llega a ser exitoso el 17 de diciembre. Ello garantiza una mayor divergencia sobre el destino del país dependiendo del resultado electoral y le agrega drama e incógnita a la espera.

La Presidenta Bachelet se ha involucrado en forma personal en la contienda. Ella y su gobierno han tomado partido abiertamente por el Senador Guillier, probablemente forzada por el pobre desempeño como candidato que éste ha tenido. Con sus expresiones, sincera cada vez más su visión ideológica y permite apreciar los parámetros en base a las que estima exitoso su gobierno, a pesar de que es casi unánime el convencimiento que detuvo el progreso. Recordemos que fueron pocas las instancias en que alguno de los candidatos presidenciales se mostró continuador orgulloso del gobierno actual en el período previo al 19 del pasado mes.

Hace poco, y para respaldar al candidato Guillier, llamó a votar por quienes permitan crecimiento sin vulnerar supuestos derechos. Usó este lenguaje en el sentido de las constituciones de los países totalitarios del siglo pasado, en las que reinaba extrema confusión entre necesidades y derechos. Se garantizaban en la letra esas necesidades pero se vulneraban los verdaderos derechos que en una sociedad evolucionada deben ser absolutos, como el de la libertad, la vida y la protección de la propiedad y como consecuencia no se tenían derechos ni se satisfacían las necesidades. La satisfacción de las necesidades más básicas -vivienda, salud, alimentación y educación- sólo pueden lograrse a través de un proceso de creación de riqueza que requiere esfuerzo y trabajo conjunto. La clave del progreso está en canalizar la creatividad de la sociedad hacia ello y no en levantar proclamas, leyes y otros actos de coerción que sólo confieren poder a la elite gobernante.

El país durante la gestión del Gobierno actual ha crecido menos del 2% anual promedio y ha estado sistemáticamente por debajo del crecimiento del mundo. La tasa de inversión cayó todos los años sin excepción y el empleo privado asalariado tiene una pobrísima trayectoria. La raíz del problema no está ni en la economía mundial ni en la estructura productiva chilena. Está en la visión ideológica y las consecuentes políticas y decisiones que adoptó la autoridad.

Un hipotético gobierno del Senador Guillier estará marcado por su dependencia del respaldo en la Cámara de los votos de la izquierda beligerante y la continuidad de la visión ideológica del Gobierno actual, en quien ha debido apoyarse en esta etapa final de la campaña. Es posible prever, dado lo anterior, que su gobierno significará la continuidad del estancamiento del país. Y si bien es cierto que no hay indicaciones por el momento que iniciará su gestión con una dinámica acelerada de deterioro de los equilibrios macroeconómicos que el país ha sabido preservar, en la medida que el estancamiento se prolongue, las insatisfacciones sociales lo harán derivar inexorablemente en esa dirección.

Después del impulso inicial con el que Chile dio su salto al progreso, creciendo de 6 a 7% anual, parecía estabilizado en el rango del 4 a 5% antes del actual gobierno. Hoy el PIB tendencial proyectado es del 2,6%. Dos puntos de diferencia mantenidos en el tiempo tienen un impacto dramático en la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente de los más pobres.

Un triunfo del Senador Guillier pone punto final al sueño de ser un país desarrollado. Volver a ponerse en esa senda será un desafío que los jóvenes hoy quizás no ponderan adecuadamente -desconocen lo que sufrió el país en el pasado para lograrlo-.

Un panorama muy distinto se abre con un triunfo del ex Presidente Piñera. Su campaña se ha basado en reestablecer el progreso y su programa es creíble al respecto. No tendrá mayoría en el Parlamento, pero el bloque que lo acompaña es sustancial. Sufrirá el embate del grupo beligerante de la izquierda, que como siempre actuará dentro y fuera del Parlamento según le convenga, pero dado lo que está en juego para el país y el carácter del ex Presidente, lo anterior no debiera ser una barrera insalvable. Contrastando con una teórica presidencia de Guillier, la segunda presidencia de Piñera mantendría abierta la puerta al desarrollo y a las consiguientes mejoras de bienestar que los chilenos anhelan.

A diferencia de las dudas sobre el futuro económico de Chile, la economía mundial nos da más certeza. Ha dejado atrás la larga sombra que pesó sobre ella por casi diez años debido a la crisis financiera del 2008. Las principales economías crecen en sincronía, y el segundo y tercer trimestre de este año el mundo avanzó a un ritmo de 4%.

El empleo, la inversión y la productividad -que hasta ahora estaba rezagada- aumentan con fuerza. Los principales Bancos Centrales del mundo se aprestan a revertir las medidas excepcionales de bajas tasas y compra de activos de los últimos años. El primero en actuar fue la Reserva Federal americana, quién probablemente eleve nuevamente sus tasas este mes y lo haga tres veces más el próximo año. Además ya estableció un camino para la venta paulatina de los instrumentos financieros que adquirió en los últimos años. Este proceso que podría ser traumático, hasta ahora ha sido bien aceptado por el mercado.

Es posible además que el crecimiento mundial se vea reforzado, si finalmente en EE.UU. el Congreso y la Casa Blanca logran dar forma al cambio tributario que estudian y que ya tiene avances parciales.

Desde el punto de vista de Chile, las mejores expectativas de la economía mundial favorecen sus posibilidades de recuperar el crecimiento. Pero para ello la sociedad debe decidir primero si está dispuesta a aprovechar esta oportunidad.

 

Columna de Hernán Büchi, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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