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Asignatura pendiente

El Mercurio

Es comprensible la frustración de los trabajadores. Su esperanza era que el gobierno de la Nueva Mayoría avanzara su causa. En lugar de ello, las malas señales de política económica y la consiguiente desaceleración de la actividad productiva han frenado la generación de empleos asalariados -durante el gobierno del ex Presidente Piñera aumentaron cuatro veces más- y reducido aproximadamente a la mitad el ritmo de incremento de los salarios reales. La triste celebración del primero de mayo -con la CUT acosada por las denuncias de fraude electoral y sus fuerzas divididas- es sintomática de la actual bancarrota ideológica y política del movimiento laboral.

Para el bloque opositor, abordar la asignatura pendiente de una buena reforma laboral es un imperativo político y económico. No hay probablemente otra área donde Chile pueda cosechar, simultánea y prontamente, fuertes ganancias tanto en crecimiento económico como en equidad.

Es cierto, como reza el documento programático lanzado por la campaña de Piñera, que "no hay mejor política laboral y social que el pleno empleo". Un futuro gobierno suyo habrá de administrarse con destreza para estimular la creación de buenos empleos. Pero es evidente que con ello no basta.

Nuestra rígida legislación laboral debe ser flexibilizada. La reforma reciente, al dotar a los sindicatos de poderes monopólicos, nos movió marcha atrás. Incluso la propuesta inicial del Ejecutivo de adaptabilidad de jornadas y descansos fue aguada por la anacrónica resistencia de la CUT. Pero es crucial dar a las empresas y a sus trabajadores la opción de negociar horarios más flexibles, ya sea para atender a los requerimientos de potenciales trabajadores hoy excluidos -mujeres, estudiantes, adultos mayores-, o para responder mejor a las exigencias de la dinámica competitiva de las empresas. Retomar esa agenda debe ser prioridad número uno para un futuro gobierno de Chile Vamos. Otros temas de altísima importancia son la aclaración de las ambigüedades que creó la reforma laboral, la corrección del sistema de capacitación, la revisión del sistema de indemnizaciones por años de servicio, la modificación de la normativa de salas cuna (que perjudica el empleo femenino), la promoción de sistemas de remuneraciones variables según el desempeño del trabajador y su empresa.

Como siempre, la gran interrogante es si habrá "piso político" para abordar esta asignatura pendiente. Desde luego, las negociaciones serán arduas. Pero no hay que pasar por alto las ventajas que ofrece para los trabajadores una economía en crecimiento. Por ejemplo, como parte de un acuerdo laboral amplio, en una economía dinámica, es perfectamente viable iniciar una reducción paulatina de la jornada laboral ordinaria (y el consiguiente incremento de las horas extraordinarias), en línea con lo propuesto por la diputada PC, Camila Vallejo. Chile Vamos debe tomar la iniciativa, con prudencia, pero con determinación.

 

Columna de Juan Andrés Fontaine, Consejero de LyD, publicada en El Mercurio.-

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