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Cordura en América Latina

El Mercurio

La sensatez se está instalando en América Latina. Es tiempo que la buena onda llegue a Chile. Lo ocurrido nos beneficia desde ya. Con las repetidas derrotas de la izquierda populista latinoamericana hay buenas oportunidades para el crecimiento y para la cooperación en el hemisferio sur.

Premonitorios fueron los fracasos electorales de Maduro y Evo Morales: sus pueblos repudiaron sus reelecciones indefinidas. Cristina Kirchner también lo pretendió. El Presidente Correa de Ecuador igualmente se vio forzado a desistirse de postular a un tercer período. Los vientos contrarios a las reelecciones sucesivas se lo impedían.

Trascendental fue el término de la era de los Kirchner. Al fin se comienza a transparentar la destrucción que causaron a la economía argentina y la corrupción de la familia reinante y de sus cercanos. Hasta unas monjas ancianas terminaron involucradas como custodias de sus desfalcos.

Impactante es el enjuiciamiento a Dilma Rousseff y de su mentor Lula da Silva. Antes elogiados mundialmente. Ahora procesados por fraudes monumentales. Ella de las cuentas fiscales. Él por los financiamientos de la principal empresa pública brasileña, Petrobras, y sus contratistas. Líder del Partido de los Trabajadores, simpatizante del chavismo y activo entrometido en todas las elecciones presidenciales regionales, incluyendo Chile.

Hay que reconocer el mérito del Presidente Humala de apartarse del patrocinio venezolano y el buen juicio de su pueblo de elegir a Pedro Pablo Kuczynski, completamente ajeno a los populistas en desgracia.

Ninguno de los gobernantes mencionados fue un buen vecino y amigo de Chile. Todos nos agraviaron, unos más, otros menos. Correa nos traicionó en La Haya, desconoció el acuerdo de actuar en conjunto como parte de los tratados de delimitación marítima con Perú y declaró sus simpatías por las aspiraciones bolivianas. Los Kirchner no tuvieron interés alguno en la cooperación bilateral, desconocieron el tratado gasífero, nos cortaron el suministro de gas, persiguieron a empresas chilenas y ofendieron a Chile al poner en duda nuestras instituciones para justificar el asilo a un acusado del asesinato de un senador. Lula y Dilma fueron contrarios a la Alianza del Pacífico y a nuestros acuerdos de libre comercio. Para ellos la región sudamericana debía ser mercado reservado para la economía brasileña.

Nuestros gobernantes no solo deben aprovechar las oportunidades de los cambios ocurridos. También deben rechazar abiertamente las maniobras del gobierno venezolano para eternizarse en el poder y el intento reeleccionista familiar de Ortega en Nicaragua, que obstaculizan el nuevo giro de América Latina

Otra contribución sería liberar a Unasur de la tutela bolivariana, el próximo mes, cuando corresponda elegir su nuevo secretario general. Hay que recuperar el tiempo perdido a causa del populismo que por más de una década ha prevalecido en América Latina.

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, en El Mercurio.-

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