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Un Estado grande, débil e intruso

El Libero

Una idea bien aceptada por el común de la gente es que una de las mayores diferencias entre la izquierda y la derecha política tiene que ver con el tamaño del Estado. Si a Ud. le gusta un Estado grande, inmediatamente queda encasillado en la izquierda y si prefiere un Estado más pequeño es irremediablemente de derecha.

Los únicos que parecen un poco confundidos respecto de lo anterior son algunos jóvenes dirigentes políticos de izquierda, que les da por referirse a la gente derecha como “fachos”. Esto en referencia a los gobiernos fascistas del siglo XX, como los de Mussolini y Hitler. Pero los gobiernos fascistas del siglo XX, que entre otras cosas eran partidarios de un Estado grande, al igual que sus archirrivales comunistas de la época, no tienen nada que ver con las derechas liberales del siglo XXI. Como dijo el ex Presidente Ricardo Lagos, probablemente la confusión de estos noveles políticos podría despejarse leyendo un poco de historia.

Volviendo al tema central de esta columna, es interesante constatar que la evidencia tiende a sugerir que la mayor diferencia entre ser de izquierda y de derecha podría tener que ver con características distintas del tamaño del Estado o adicionales al solo tamaño de éste. En forma muy simple y sucinta, se podría decir que las personas deben tomar una posición política en relación al Estado en al menos tres dimensiones: a) Su tamaño: grande o pequeño, b) Su funcionamiento: débil o fuerte,  y c) Su nivel de intromisión en la vida de las personas: subsidiario o intruso. En teoría, la gente de izquierda preferiría un Estado grande e intruso, mientras que la gente de derecha preferiría un Estado pequeño y subsidiario. Supuestamente ambos preferirían un Estado que funcione adecuadamente, es decir, fuerte. Sin embargo, la evidencia reciente tiende a mostrar que en la práctica tener un gobierno de izquierda o derecha no genera una diferencia significativa en los países respecto del tamaño del Estado y sí hace mucha diferencia en términos de la intromisión que el Estado tiene en la vida de las personas y empresas y en la efectividad y eficiencia como se manejan los recursos fiscales.

Veamos algunos ejemplos. Si bien el tamaño del Estado en EE.UU. y en Reino Unido es ciertamente más pequeño que el de Francia o Finlandia, lo interesante es que este indicador se mantiene relativamente estable a través del ciclo político en cada uno de los respectivos países al menos en períodos cortos de tiempo. En promedio, el tamaño del Estado en Francia durante el gobierno de Sarkozy (centro derecha) es tan solo un punto porcentual inferior al del gobierno de Hollande (socialista). Misma cosa ocurre cuando se compara el tamaño del Estado en la era Bush versus la era Obama. Si bien el Estado es más grande durante la administración de Obama (izquierda), éste supera tan solo en un par de puntos porcentuales al tamaño del Estado observado en el periodo de George W. Bush (derecha).

Sin embargo, aun cuando el tamaño del Estado se mantiene relativamente constante con los cambios de color político (en el corto plazo), la impronta de los gobiernos de derecha y de izquierda sí se deja ver nítidamente en otros indicadores. Por ejemplo, tomando información de estudios elaborados por el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial (WEF), podemos constatar que el gobierno de derecha de David Cameron en Reino Unido ha catapultado a UK desde el lugar número 58 del mundo hasta el puesto 33 en el ranking de costo de la regulación estatal. Para que tenga una idea, Francia se encuentra en el lugar 115 en este mismo ranking. O sea el gobierno de derecha de Cameron es menos intruso que los gobiernos de izquierda que lo presidieron en UK y sustancialmente menos intruso que el gobierno socialista de Hollande en Francia.

Cuando se trata de medir la debilidad y fortaleza del gobierno, se observan situaciones similares. En el ranking que mide el desperdicio del gasto público, Reino Unido ha mejorado seis ubicaciones desde el 2007 hasta el 2015 y se ubica en el lugar número 34 (menor implica menos desperdicio). Mientras que Francia ha empeorado casi 30 posiciones y al año 2015 se encuentra en el puesto 74 del mundo. Cuando miramos qué ha pasado con el costo del crimen y la delincuencia, otro medidor para observar la fortaleza de los gobiernos, también se observa una mejoría en UK de más de 20 ubicaciones y un deterioro de Francia de similar magnitud. Si se mareó con tanto número, quédese con la siguiente conclusión: El gobierno socialista de Hollande no ha hecho crecer significativamente el tamaño del Estado, pero sí ha generado un Estado más intruso y más débil. Al contrario, el gobierno de derecha de Cameron ha generado un Estado menos intruso y más efectivo en su labor que los gobiernos laboristas que lo antecedieron.

El caso de Finlandia resulta particularmente interesante. Este país nórdico tiene un Estado relativamente grande (aunque ha decrecido significativamente en las últimas décadas), pero a la vez es un Estado poco intruso y extremadamente efectivo y diligente en el uso de los recursos públicos. Finlandia se ubica entre los 10 países que menos desperdicia los recursos fiscales, es uno de los países que menos costos regulatorios les impone a sus empresas y el segundo país con menos crimen y violencia en todo el mundo. En la definición tradicional de izquierdas y derechas, Finlandia sería un país netamente de izquierda, porque tiene un Estado grande. Si agregamos las otras dos características introducidas en esta columna para definir el color político -eficiencia en el uso de los recursos fiscales y grado de intromisión en la vida privada de empresas y personas- Finlandia podría perfectamente considerarse un país de derecha.

Ahora usted se preguntará, ¿Qué habrá pasado en Chile? Pues bien, el gobierno de Sebastián Piñera redujo el tamaño del Estado, pero solo un par de puntos porcentuales, confirmando de este modo la tesis de esta columna. Por otro lado, produjo mejoras significativas en el buen uso de los recursos fiscales. De hecho, Chile pasó del lugar número 29 del ranking global en 2007 a un destacadísimo “top ten” en 2012. En tanto, el costo de la regulación, así como el costo del crimen y la violencia no mostraron avances significativos, pero tampoco empeoraron. De manera que en estas dos dimensiones se podría decir que el gobierno anterior quedó al debe en relación a lo que se esperaría de un gobierno de derecha. Por su parte, durante el actual gobierno de Michelle Bachelet las cosas están bastante claras. El tamaño del Estado ha aumentado un par de puntos porcentuales (todo lo reducido por Piñera). Chile ha caído 11 lugares en el ranking del desperdicio de los recursos públicos, ha empeorado 12 lugares en el ranking de costo de la regulación estatal y seis lugares en el ranking del costo del crimen y la violencia. Es decir, el actual gobierno es más grande, más débil y más intruso que el gobierno anterior y que todos los anteriores gobiernos de la Concertación. O sea, nada muy novedoso, solo una constatación más de que este gobierno está a la izquierda de cualquier otro que haya tenido Chile desde el retorno a la democracia.

En resumen, los gobiernos de izquierda tienden a favorecer estados intrusos e ineficaces y los gobiernos de derecha son más respetuosos de la libertad de sus ciudadanos y sus gobiernos cumplen mejor con sus deberes. El tamaño del Estado, en cambio, no parece ser muy diferente entre gobiernos de izquierda y derecha para un mismo país, al menos en periodos relativamente cortos de tiempo. ¿Sorprendido? Esa es justamente la idea. Ahora Ud. mismo podrá reafirmar o redefinir sus propias preferencias políticas. ¿Prefiere Ud. un Estado débil e intruso o un Estado eficaz y respetuoso de sus espacios de libertad? Si es lo segundo, le tengo una noticia, Ud. es de derecha.

 

Columna de José Ramón Valente, Consejero de Políticas Públicas de LyD, publicada en El Líbero.-

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