Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Algo que perder

El Mercurio

El primer debate presidencial nos indica que la campaña entró en tierra derecha. Ninguno de los ocho candidatos participantes parece haber hecho ganancias ni pérdidas aparentes el día jueves pasado en el debate organizado por la ANP. El rating fue muy bajo (3%) quizás por el horario y la poca difusión previa. Sin embargo, también puede influir la poca importancia que la gente le está dando a la elección.

Lo cierto es que un número significativo de chilenos considera que no es muy importante quién será el próximo Presidente de la República. El voto voluntario ha dado más visibilidad a este grupo, que ha representado a más de la mitad de los ciudadanos con derecho a voto en las últimas elecciones.

¿Están muy equivocados estos compatriotas? ¿Puede uno reprocharles su actitud?

A primera vista pareciera que no.

Si uno atiende a lo que piensan los chilenos acerca de los factores que determinan el éxito económico de las personas, según los resultados de las encuestas CEP de 2014 y 2015, veremos que un porcentaje muy bajo de las personas atribuye el éxito a la ayuda económica del Estado (entre 4 y 5%) o a las políticas económicas de gobierno (6%). Más de 40% mencionan como factor relevante el nivel educacional alcanzado; entre 30 y 40% al trabajo responsable y cerca de un 33% a la iniciativa personal.

Es cierto que el éxito económico no es lo único que buscan las personas, pero si ellas consideraran que el gobierno puede influir decisivamente en otros aspectos de sus vidas que valoran, no serían tan indiferentes a la política. Por ejemplo si pensaran que su libertad está en peligro, o que la democracia está amenazada, seguramente concurrirían a las urnas en mayor número.

Hay mucha gente que piensa que da lo mismo quien gobierna, que su suerte no va a cambiar si el elegido es uno u otro.

Este escepticismo frente a la política, dentro de ciertos márgenes razonables, no es necesariamente malo; incluso puede ser sano que no importe mucho quién es el próximo Presidente. Pero en un país con tantas carencias y cerca de un 10% de la población aún sumida en la pobreza, uno pensaría que hay que hacer el esfuerzo de buscar con más ahínco la mejor posibilidad de progreso para el país.

El desprestigio de la política, asociado a actos de corrupción y a la insensibilidad de algunos políticos que parecen vivir alejados de las preocupaciones de las personas y centrados en sus propios problemas relacionados con el distrito, el sistema de votación y aún sus propias dietas o beneficios y prebendas, es un factor adicional para explicar el poco interés en las elecciones.

Hay circunstancias, no obstante, en que este escepticismo puede ceder. Me da la impresión que estamos ante una de ellas.

Un gobierno muy malo, que defrauda fuertemente las expectativas de la gente y cuyas políticas sí afectan cotidianamente a las personas en su calidad de vida puede lograr ese efecto.

Es lo que ha ocurrido en nuestro país con el gobierno de Michelle Bachellet y la Nueva Mayoría.

La economía chilena se estancó notoriamente en el último período presidencial. Por primera vez en nuestra historia moderna la inversión cayó en cada uno de los cuatro años de gobierno en gran parte debido a la reforma tributaria de Bachelet. Esto provocó caídas en el crecimiento y un mercado laboral muy poco dinámico a lo que también contribuyó la reforma laboral.

Cuando hay pocos empleos se producen dos fenómenos: no hay alternativas de trabajo ni tampoco suben los salarios, porque nadie le va a pedir aumento de sueldo a su jefe cuando sabe que lo pueden despedir y no conseguirá otro trabajo.

Por primera vez en muchos años los chilenos, especialmente los más pobres, se han dado cuenta que no da la mismo quien gobierna.

El gobierno tiene capacidad para dañar la economía y muchos chilenos constatan que si bien el quién ocupa la Presidencia puede no ser tan decisivo en cambiar su suerte para mejor y procurarle un éxito económico, sí puede serlo en echar a perder su situación y en deteriorar su calidad de vida. Sebastián Piñera lo dijo esta semana en un Seminario en el que participó también Mario Vargas Llosa: los chilenos se han dado cuenta que eligiendo un mal gobierno tienen algo que perder.

 

Columna de Luis Larraín, Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

Tags:

otras publicaciones

La Tercera

La Tercera