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Hacia más empleo joven

Pulso

Este mes se cumple un año de la Ley 20.940, es decir, de la Reforma Laboral. En esta primera etapa, mucho se ha discutido de los ejes principales definidos en la misma, como los que tienen relación con los Grupos Negociadores o los Servicios Mínimos. Si bien la discusión de esos temas está lejos de finalizar, existen otros aspectos de nuestro mercado laboral que sería interesante potenciar.

Por una parte está la calidad del empleo, que se vio muy afectada durante estos últimos años con la ralentización de la economía. Por otra parte -y probablemente la más importante- está la necesidad de una mayor flexibilización del mercado laboral.

Lo ideal sería tener completa flexibilidad, de modo que las personas puedan reubicarse con mayor facilidad entre un empleo y otro. Además, da la posibilidad de que “se encuentren” tanto las necesidades del empleador con las del empleado, de modo de poder gestionar eficientemente el tiempo de trabajo. En la actualidad es cada vez más importante y más valorado por las personas, contar con espacios para conciliar la vida laboral con aquella fuera del trabajo. Es más, la flexibilidad laboral afecta positivamente la productividad.

En Chile, dado que se está avanzando en más regulación laboral, esta debiera otorgar más flexibilidad a través de la misma y debiera “invitar” a más agentes de la economía a participar del mercado del trabajo (jóvenes, mujeres y adultos mayores).

En esta línea, el Ministerio del Trabajo y Previsión Social ha presentado un proyecto de ley que crea un estatuto laboral para jóvenes que se encuentran estudiando en la educación superior.

En Chile existe una alta tasa de desempleo “joven”. Como referencia, con datos del INE, se tiene que el promedio de la tasa de desocupación para el período  2010-2017 de personas entre 20 y 24 años fue de 15%, en comparación con el 6,9% nacional. Muchos de estos jóvenes no trabajan porque es muy difícil compatibilizarlo con los tiempos de estudio. Esto, en gran medida dada por la rigidez que existe en la contratación formal de personas.

Lo que se propone es la creación de un contrato de trabajo “tipo” especial para estudiantes entre 18 y 24 años. Éste tiene una cantidad y distribución de horas de trabajo (que pueden ser interrumpidas), de modo de dar opciones al estudiante de compatibilizar los horarios (tanto del trabajo como de la institución en la que estudia), permite al estudiante comenzar tempranamente con la cotización previsional (y abordar desde ahí el problema de las pensiones) y, además, no los excluye de beneficios sociales que pudieran estar recibiendo, puesto que la remuneración percibida no sería contabilizada como renta para la entrega de los mismos.

Así, se estaría cooperando con “des rigidizar” el mercado laboral (aun cuando sea a través de más regulación), generándose espacios para que, dentro de un trabajo formal, personas como los estudiantes sean capaces de trabajar, sin tener que dejar los estudios de lado, ganando experiencia y acumulando cotizaciones previsionales, además de generar recursos para la familia.

Columna de Carolina Grünwald, Economista Senior de Libertad y Desarrollo, publicada en La Tercera-Pulso.- 

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