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Se viene La Haya

El Mercurio

Los ex presidentes de la República y la delegación parlamentaria de todas las tendencias han dado un ejemplo de unidad nacional, se movilizan para defender la soberanía de Chile. Lo hacen sin las estridencias ni las payasadas del Presidente de Bolivia, Evo Morales.

Morales estará en las audiencias de La Haya para presionar a sus pomposos jueces. Sin precedentes, como parte de su coreografía circense, se autodesignó agente de una demanda instrumental para su perpetuación en el poder. La necesita para ser electo por cuarta vez y sine die. L'État, c'est moi. Presume de Luis XIV.

Nunca, hasta su ascensión al poder, había planteado Bolivia solicitar a la Corte "que declare que Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia para otorgarle un acceso totalmente soberano al Océano Pacífico". Es decir, para forzar a Chile a ceder territorio a Bolivia.

A pesar de los cambios de posición y de las limitaciones que le impuso la Corte, Bolivia mantiene sus pretensiones territoriales.

Sin respaldo jurídico para esa fraudulenta obligación y sin fundamento en el derecho internacional, oiremos de Bolivia, plañideramente, una y otra vez, que hay un "historical bargain", una obligación histórica que, como la presidencia de Evo, no se extingue, se renueva indefinidamente.

En los alegatos bolivianos habrá emociones y carencia de derecho internacional que las respalden. Serán impactantes las citas truncas y torcidas de declaraciones y notas diplomáticas. Habrá falsas versiones de la historia. Pretenderán dar folclóricos alcances a las negociaciones diplomáticas según los códigos de la pachamama y no del derecho internacional. Se omitirán los condicionamientos, limitaciones y verdaderas causas de negociaciones que no comenzaron o concluyeron sin éxito.

Tenemos sólidos argumentos y un calificado equipo de juristas para defender la posición chilena: Bolivia no tiene derecho ni Chile obligación para negociar territorio nacional. Van a desenmascarar las falsedades históricas y jurídicas bolivianas. Lo hizo antes el equipo de Felipe Bulnes, que eliminó la pretensión soberana de Bolivia, y lo hará el que dirige Claudio Grossman.

Morales preparó su aberrante demanda. En la Constitución de Bolivia pretendió anular el Tratado de Paz de 1904, que fijó definitivamente los límites entre Bolivia y Chile. En los meses previos a recurrir a la Corte, se hizo parte del Pacto de Bogotá, que nos obliga a recurrir a La Haya. Conocedores de la paranoia, de la pleitomanía y de los trastornos megalómanos de Morales, debimos habernos retirado antes y entonces de ese pacto. Colombia lo hizo luego de la querulancia de Nicaragua. Argentina, Brasil, México y la mayoría de Latinoamérica no cayeron en la pesadilla de ese Pacto, bajo el politizado y costoso Club de La Haya.

Lo que está en juego en la Corte de La Haya no afecta únicamente a los habitantes de Arica y Parinacota: nos afecta a todos, está comprometida la soberanía de Chile. Convencido de tener la razón, Chile no puede estar dispuesto a entregar territorio aunque lo quisieran Morales y La Haya.

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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