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El socialismo de Maduro

El Mercurio

Notable es cómo la izquierda se distancia y condena a Maduro. Y con razón. Es un desprestigio para el socialismo de todos los siglos, no solo del siglo XXI. También desprestigia a las asambleas constituyentes. Buena cosa.

Silentes están el senador Bernie Sanders, que disputó la candidatura presidencial a Hillary Clinton; Jeremy Corbyn, jefe del laborismo inglés; Lula, Dilma Rousseff, Cristina Kirchner, José Mujica, Rafael Correa y tantos otros que respaldaron al chavismo. Quedan Evo Morales, Raúl Castro, Daniel Ortega, Bashar al Assad, otros similares y los beneficiarios de los subsidios petroleros venezolanos.

Arrancan del régimen de Maduro no solo antiguos aliados, y de los perseguidos hay varios en la Embajada de Chile en Caracas. Cientos de miles emigran. Miles han llegado a Chile: cerca de la mitad de los médicos extranjeros que dieron el último examen Eunacom fueron venezolanos. Sean bienvenidos.

En Chile, Maduro ha provocado un rechazo nacional. Solo escapa el Partido Comunista. El senador Guillier optó por no pronunciarse en su contra. Cree que necesita a los comunistas.

Antes, por temor, por amor o por indiferencia, solo unos pocos enfrentaron al chavismo. Dirigentes de derecha y de la democracia cristiana se atrevieron siempre. Incomprensible: en estos días la DC intenta una alianza parlamentaria con el MAS, el más ferviente aliado nacional del chavismo.

Cuando Lilian Tintori (esposa del líder opositor encarcelado Leopoldo López), el candidato a la presidencia Henrique Capriles y María Corina Machado nos visitaron, la Presidenta Bachelet se negó a recibirlos. Las cosas han cambiado: la Presidenta está en sintonía con América Latina y reclama por las libertades en Venezuela: un giro significativo que hay que celebrar.

Trump ha tenido un intervalo lúcido: ha seguido a la mayoría de los países latinoamericanos y de la Unión Europea: condena sin aplicar los ineficientes embargos que dañan a inocentes. Embargar el petróleo venezolano es inútil, es fungible, irá a los mercados asiáticos, perdiendo solo dos dólares por el transporte de cada barril y ha subido cinco en un mes.

Maduro provocó el umbral de una guerra civil y una crisis humanitaria. Su economía, con mayores reservas de hidrocarburos que Arabia Saudita, es un tercio de lo que fuera, tiene a su pueblo en la miseria, desabastecido, con la mayor inflación del mundo y entre los diez países más corruptos de la tierra.

Lo que no ha expropiado, lo ha intervenido, con precios artificiales o bajo administración de sus militares, que custodian las largas filas de espera, muchas veces inútiles, para los abastecimientos más básicos.

Dialogar con Maduro es imposible. Aparte de gritón, amenaza a sus detractores o los envía a prisión. Son más de mil los encarcelados y millones los que protestan, con más de un centenar de muertos.

La tragedia de Venezuela solo puede terminar con la salida de Maduro y sus incondicionales, y con el fin de su socialismo del siglo XXI.

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

 

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