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Padre Gatica

La Tercera

“Cuando un hombre da su opinión es un hombre, cuando una mujer da la suya también”, Bette Davis. “Para los poderosos, los delitos son cosas que hacen otros”, Noam Chomsky. Internet está repleto de citas como éstas, al parecer practicar el doble estándar y la hipocresía son vicios muy comunes entre los seres humanos.

El Chile de mi niñez era campeón en estas materias. Estaba prohibido importar televisores a color, pero muchos de nosotros vimos las peleas de Mohamed Ali en tecnicolor. Estaban prohibidos los autos de lujo, pero todas las novias del barrio alto eran trasladadas en Mercedes Benz hasta el altar. Estaba prohibido el divorcio, pero con un poco de plata y una mentirita “blanca” se podía anular el matrimonio, y hacer como que nunca existió. El dicho; “el padre gatica, que predica pero no practica”, era un fiel reflejo de nuestras conductas.

Tuve la oportunidad de vivir en EE.UU. a fines de los años 80 y una de los grandes contrastes entre la sociedad norteamericana y el Chile de esa época, era que los estándares morales, cualquiera fueran éstos, se aplicaban a todos por igual. Con el paso del tiempo, la apertura comercial, cultural y política que experimentó nuestro país en los últimos 40 años y más recientemente el acceso infinito a información instantánea que provee Internet y las redes sociales, han permitido que el Chile del 2017 se parezca más a EE.UU. de los 80 que al Chile de los 80. Nuestra tolerancia con el doble estándar ha disminuido notablemente y el castigo social a la hipocresía también. Tanto es así, que es muy probable que muchos de los “Millennials” chilenos nunca hayan escuchado la frase del padre Gatica.

Quizás sea por esta razón que la noticia que conocimos hace algunos días de que el Partido Socialista de Chile, mantuvo por años secretamente inversiones millonarias en acciones de empresas chilenas, mientras sus diputados y senadores discutían leyes y regulaciones que podían afectar el desempeño de dichas inversiones, nos parece impactante e intolerable. Todavía mas vergonzosas son las explicaciones que califican esta acción como un “error”, pretendiendo con esto definir esta conducta como algo involuntario y poco relevante.

Los mismos próceres del PS que han rasgado vestiduras y han estado a punto de quemarse a lo Bonzo en la Plaza de Armas porque Sebastián Piñera no habría vendido a tiempo sus acciones de Chilevision o Lan, o más recientemente, por haber hecho un pésimo negocio con acciones de una pesquera peruana. Los mismos que han creado comisiones investigadores en el Congreso, han interpuesto demandas ante los tribunales y han trapeado con la honra y la imagen de la familia del ex Presidente, sin que nada de lo que lo han acusado haya podido probarse. Esos mismos ahora pretenden calificar su propia conducta, que configura un evidente conflicto de interés y un imperdonable secretismo, como un error involuntario.

Supongo que el PS no pretenderá con sus explicaciones que a ellos se les juzgue por sus intenciones, mientras al resto de los chilenos se les juzga por su comportamiento. Aunque hasta ahora la vara de la justicia de los socialistas, parece ser que Sebastián Piñera es un mentiroso mientras no pruebe ser honesto, mientras que ellos son inocentes mientras no les probemos su culpabilidad.

 

Columna de José Ramón Valente, Consejero de Políticas Públicas de Libertad y Desarrollo, publicada en La Tercera.-

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