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Trump, Bachelet y Siria

El Mercurio

Al fin coincido con la Presidenta Bachelet. El 2015, por esta misma columna, sugerí ofrecer refugio a un número importante de sirios. Su situación es y era desesperada. Días después, la Presidenta dispuso estudiar esa iniciativa.

Aunque se tomó harto tiempo, esta semana, con el impulso de Sergio Bitar, concretó la oferta. Desgraciadamente, para muy pocos, solo 15 familias. Peor es nada.

El plan no es una simple acogida, habrá asistencia. No se les abandonará, como ha sucedido con otros refugiados.

El año 2016 la ayuda a refugiados fue mínima, casi toda para colombianos, cuya suerte no es comparable con la de los sirios. Ahora, haciendo uso de los millones de dólares que se recaudan anualmente como impuesto a los pasajes aéreos -creo que dos dólares por pasaje- y que se traspasan para que los gaste Naciones Unidas, gran parte en su burocracia, más un aporte estatal y otro de la comunidad siria residente, se dispondrá de fondos para este programa. Una fracción de lo que malgastamos anualmente en la misión militar de paz en Haití, que al fin concluye esta semana. Se prolongó inútilmente por razones burocráticas y de algunos interesados, con el patrocinio de la Cancillería y con la irreflexiva renovación autorizada año tras año por el Senado.

Es de esperar que esta vez se practique una política migratoria inteligente y se seleccione a refugiados considerando el interés nacional de suplir las carencias de doctores y técnicos calificados. No es discriminación, es lo razonable. Todos los sirios sufren.

La decisión humanitaria de la Presidenta siguió a la horrible muerte de inocentes causada durante el bombardeo de Kan Sheikhoun, mediante armas químicas, por el gobierno del Presidente Bashar Al Assad, con la complicidad de los rusos.

También al fin he llegado a coincidir con Donald Trump: bombardear el aeropuerto en que despegaron los aviones portadores de las armas de destrucción masiva.

La otra vez que Al Assad usó estas armas espantosas, Obama amenazó con reaccionar. Atemorizado, no lo hizo. Trump no temió hacerlo y mandó una clara señal a Putin y Al Assad de que se había traspasado un límite intolerable y que Estados Unidos no renunciará a usar su poder militar cuando se trata de una causa justa.

Trump está aprendiendo rápido, no cumple 90 días en la presidencia y parece confiar en el consejo de sus generales. Tiene a dos en su gabinete y otro, en servicio activo, en la jefatura del Consejo de Seguridad Nacional.

Sorprende coincidir con el gobierno de la Presidenta Bachelet y con el Presidente Trump. Cuando sucede, creo que hay que reconocerlo. Buena noticia, a lo mejor Trump está cambiando y podría darnos más sorpresas y coincidencias razonables. 

Columna de Hernán Felipe Errázuriz, Consejero de Libertad y Desarrollo, en El Mercurio.-

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