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Columna de Luis Larraín en El Mercurio: «Todos los Fuegos: el Fuego»

El Mercurio

Como en el cuento de Julio Cortázar, distintos fuegos son al final el mismo fuego y si en la obra literaria son los celos y otras pasiones las que avivan las llamas, acá fueron la incompetencia y la realidad paralela en que vive el gobierno de Michelle Bachelet.

Que las altas temperaturas lleven a que el incendio sea el más grande que hemos visto es cierto, pero que éste era previsible también. No se reprocha al gobierno que en un primer momento se viera sorprendido por el alcance de las llamas. Medios oficialistas comenzaron a hablar de empresas eléctricas responsables por no mantener despejadas las líneas, siguiendo a algún Fiscal que ahora pide formalización de un ejecutivo de CGE. Aún no aparecían versiones de focos intencionales, que por cierto deben aclararse, pero ya estaba en el oficialismo el vértigo por encontrar un culpable antes de hacerse cargo del problema.

Lo que sigue es del terror. Sí, se puede reprochar al gobierno su respuesta lenta, desarticulada, sin mando; y algunas decisiones inexplicables de graves consecuencias. El gobierno no tiene culpa por los incendios, pero sí responsabilidad por dejar que alcanzaran esa magnitud.

Rechazar la ayuda del avión Supertanker, de los mejores del mundo para combatir incendios, fue algo delirante. Lucy Ana Avilés debió recurrir a parlamentarios, hizo campaña por redes sociales y finalmente gracias a su persistencia y generosidad de mujer chilena logró que le dieran un mezquino permiso restringido a dos días para traer a Chile el avión que ella y su marido financiaron.

Si alguien pensó que el gobierno no debía aceptar la ayuda por ser ella hija de un abogado que participó en la DINA y en la Fundación Pinochet, como prontamente lo consignaron dos medios de comunicación, está francamente desquiciado.

El Director de CONAF, a quien se le atribuye ese rechazo pues declaró que el avión no servía, decía en la Cámara de Diputados, el 10 de enero, que CONAF estaba preparada para una respuesta operativa inmediata con un “ataque inicial rápido y contundente”. El 16 de enero dicha respuesta no se veía y ya había 3 muertos. Recién el 20 de enero se dictan los primeros decretos que declaran zona de catástrofe en varias comunidades. Hasta esa fecha ni la Presidenta Bachelet, ni alguno de sus Ministros habían aparecido en terreno.

La tardanza en declarar zona de catástrofe es también increíble. La medida, que permite a las fuerzas armadas participar en las labores de combate a la emergencia, debió decretarse mucho antes. Su ayuda es invaluable, por su experiencia en terreno, su capacidad operativa, su equipamiento y su sentido del mando, que son formidables aliados en estas ocasiones. Que todavía existan complejos en algunos a la hora de recurrir a la ayuda de los militares, según afirma gente de la Nueva Mayoría, es a estas alturas inexcusable.

Luego, la censura. Los Fiscales dedicados a acallar las críticas.

Se descalifican las críticas apelando a la unidad. Pero resulta que la función pública está sujeta al escrutinio y a la crítica. La Presidenta Bachelet y los funcionarios a cargo del gobierno no están ahí por derecho divino sino para cumplir una función. ¿O acaso creen que la administración pública está para proveerles buenos empleos y nada más?

La unidad nacional es necesaria pero hay que invocarla desde el primer día, no cuando se está absolutamente superado por los hechos. La unidad se ejercita aceptando ayuda generosa de todos los chilenos, como está ocurriendo hoy. Desde grandes fortunas a los ciudadanos de a pie que concurren con su generosidad, la labor gigantesca de bomberos, brigadistas forestales y otros voluntarios y la suma de países amigos, ONG y medios de comunicación. El ataque a los incendios forestales ha contado desde siempre en nuestro país con la ayuda invaluable de las grandes empresas forestales que ponen aviones y helicópteros a disposición de la autoridad para proteger vidas, sus pertenencias y las de pequeños propietarios y trabajadores que viven de esta actividad.

Hoy un país se moviliza para ayudar a los suyos, sin otro motivo que la solidaridad, tan lejos de la realidad paralela en que vive el gobierno de Michelle Bachelet.

 

Columna de Luis Larraín, Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.- 

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