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Entrevista a Luis Larraín en El Líbero: La Cuba revolucionaria es una gran impostura”

Luis Larraín Arroyo 2015– ¿Cómo recuerda ese viaje a La Habana en 1987?

-Fue una experiencia muy especial para mí. La prueba es que escribí el libro después. No conocía nada de Cuba, ni de la realidad cubana y solo tenía nociones de lo que leía en la prensa. Recuerdo que había leído “Persona non grata” de Jorge Edwards, y algunos ejemplares de los diarios Granma y Juventud Rebelde. Eso era todo lo que sabía de Cuba. Fue muy marcadora, porque tuve la posibilidad de conversar con muchos cubanos (yo era bastante joven), y tuve la oportunidad de estar con Fidel Castro, intercambiar algunas palabras, conocer la situación de vigilancia a los ciudadanos, que es una cosa bien impresionante, cómo en cada cuadra había una casa del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y que delataba a los servicios de seguridad lo que hacían sus vecinos. Para mí era un mundo distinto, asfixiante.

-En esos cinco días en Cuba logró percibir bastante la esencia del régimen. Ud. es economista, ¿qué impresión tuvo?

-Que Cuba tenía una economía básicamente de subsistencia. Algunos cubanos me mostraron sus tarjetas de racionamiento y las tiendas donde vendían algunos insumos de comida, que era bodegas vacías con muy pocos productos. La gente subsistía con arroz, huevo o lo que hubiera. Vi el contraste con las recepciones oficiales en el Palacio de la Revolución con Fidel Castro, donde he comido de los mejores banquetes de mi vida. Constaté que esa economía estatizada y centralizada no funciona. Nos llevaron en las actividades oficiales a una fábrica de puros que decían que los hacían con amor por la revolución. Había obreros que manufacturaban los puros y una persona contaba historias y leía noticias y loas al régimen, una cosa de película. La gente se veía muy pobre, el estado de las viviendas era como estar en un lugar después de un terremoto. Todo precario, sin puerta o ventanas. Una cosa dramática. Los pocos recursos que los cubanos obtenían era producto de engañar en algo al estado.

-Una de las frases que le mencionaban los cubanos era “tú te vas y nosotros nos quedamos”. ¿Cómo lo marcó eso?

-Eso nos decían los jóvenes con los que conversamos. Andaba con Jorge Eugenín, de la misma edad que yo, y conversamos con mucha gente y esa es una sensación permanente que me llamó la atención, que la gran aspiración de los jóvenes era salir de la isla. Yo decía “cómo puede haber una mentira tan grande de hablar de la revolución cubana, y de la dignidad, cuando lo único que quiere la gente es irse del país”. Todos los jóvenes con los que hablé querían irse. Me decían, la suerte tuya que te vas.

– ¿Ha vuelto a Cuba?

-Nunca he vuelto a Cuba. Me gustaría volver a Cuba cuando se vaya el comunismo. Espero vivir ese momento, cuando los cubanos sean libres. Mucha gente va a Cuba por turismo, las playas. A mí me encantaría ir a una Cuba libre, donde los cubanos puedan expresarse y florezcan todas las posibilidades inmensas que tiene Cuba como país. Al final, de todo lo malo hay algunas cosas que quedan que son buenas; como no se ha construido nada durante tanto tiempo hay casas antiguas que se pueden arreglar maravillosamente. Un arquitecto gozaría remozando viviendas en Cuba. El emplazamiento de La Habana es muy bonito. No he querido volver. Es una cosa que está adentro mío, en el inconsciente, un rechazo, y la esperanza de poder volver con mi familia a una Cuba libre.

-Casi 30 años después de su viaje fallece Fidel Castro. Se ha dicho que con su muerte muchos “han salido del closet”. ¿Cómo ve las reacciones sobre su legado de dignidad y justicia social, como han señalado varios, incluida la Presidenta Bachelet?

-Sigo sorprendido de la capacidad del comunismo de distorsionar la realidad. Fidel Castro gobernó Cuba 50 años y fue un infierno, que fue pintado con aires románticos y que es defendido hasta hoy por gente razonable pero que tiene distorsionada la mente respecto a su apreciación de Cuba. Fidel es un hombre que durante 50 años cometió muchos crímenes, sometió a su pueblo a las peores condiciones de vida y hay gente que lo redime y que enfatiza su rol de revolucionario contra el imperialismo, como si el imperialismo tuviera algo que ver, fuera de ser el sueño de todos los habitantes cubanos vivir en Estados Unidos. Se habla del bloqueo, el bloqueo no tiene ninguna implicación económica. La única relación de EE.UU. con los cubanos es que todos los cubanos quisieran vivir en EE.UU. Esa es la realidad. Lo demás es mentira, producto de una impostura. La Cuba revolucionaria es una gran impostura, y eso lo vi en 1987 y sigue siendo igual 30 años después. Un país donde los titulares de uno de los dos diarios los revisa y los corrige el Presidente de la República. Es una cosa demencial.

– ¿Por qué mucha gente valora el legado de Castro más por sus sueños revolucionarios que por sus hechos?

-El comunismo a lo largo de la historia siempre critica una realidad y vende un sueño. Ese sueño cada vez que ha llegado a ejercer el gobierno en algún país se ha convertido en una pesadilla, que ha causado más crímenes en la historia de la humanidad.

-Castro murió 26 años después de la caída del muro de Berlín y del socialismo real, lo que fue destacado positivamente en ese entonces porque millones de personas se liberaron de regímenes totalitarios. Pero tras la muerte del líder cubano su legado se enfoca en él y no en sus víctimas. ¿Cómo se puede entender esa dicotomía?

-Hay gente que ha tratado de redimir a Fidel diciendo que su dictadura se inserta en la guerra fría. Pero como acabas de decir se terminó hace 26 años y siguió gobernando, por lo que la guerra fría no es lo que lo explica. Fidel se construyó un mito. Él trabajó ese mito mucho tiempo. Con toda la gente que conversé en Cuba, fuera de los funcionarios del gobierno, sin excepción, me expresaron su absoluto rechazo y oposición al régimen que los gobernaba. Pero algunos manifestaban ciertas dudas respecto de lo que pensaban de Fidel y se produjo algo muy cómico para mí. Que producto del mito de Fidel ellos hablaban muchas veces pestes de lo que pasaba en Cuba, de la situación económica y después decían no saber si Fidel estaba de acuerdo con eso, como si no fuera el responsable. Se puede crear un mito en un estado totalitario, donde los medios de comunicación son estatales. De repente Fidel aparecía oponiéndose a una medida del gobierno, lo que es cómico, pero forma parte de la triste realidad que vive un pueblo en un régimen así. Creo que el mito de Fidel se construyó cuidadosamente con toda esa épica del revolucionario, y que escondía detrás un personaje de una extraordinaria crueldad. Fidel fue un hombre muy cruel que sometió a su pueblo a las peores condiciones para alimentar su ego, sus sueños, que a poco andar demostró ser un sueño totalmente irrealizable y, que él como una persona inteligente, que lo era, tenía que darse cuenta perfectamente. Pero él prefirió seguir mintiendo al pueblo y a sí mismo sosteniendo esta entelequia que fue la revolución cubana. Me impresiona su capacidad de fantasear. Él es un gran impostor, eso es lo que fue.

– ¿Por qué tantos siguen creyendo en ese “impostor” como lo define Ud.?

-Es una cosa increíble, frente a toda la evidencia cierran los ojos y niegan la realidad de los crímenes, los fusilados, presos, torturados. Ahora Raúl tiene más presos, pero por menos tiempo. Fidel hacía condenas de 30 años y los presos morían en la cárcel. Raúl es más pragmático y no tiene delirios de grandeza.

– Tras la muerte de Fidel, ¿cuál debería ser la política de EE.UU., la Unión Europea y la comunidad internacional con el régimen?

-Creo en la apertura con condiciones pero que se monitoreen y se cumplan, no como Obama, que no lo hizo. No cumplió con lo que dijo, porque nadie podría decir que hoy la situación de libertades ha cambiado. Creo que se puede condicionar la mejoría de las relaciones y una inserción de Cuba en la comunidad internacional sujeta a ciertos progresos. Primero las libertades públicas y después se verá el tema político, que es más complejo.

– ¿Cómo se imagina el devenir político de Cuba, como una continuidad del régimen a lo Vietnam o una apertura democrática a lo chilena o española?

-Es difícil hacer un pronóstico, pero hay algunos elementos a considerar. Siempre las transiciones tienen que ver con las condiciones de supervivencia y seguridad personal de quienes ejercen el poder.  Tarde o temprano cualquier dictadura se transforma en un problema relacionado con el futuro de quienes están mandando. En eso, y porque además no tengo ningún sentimiento fuera de aprecio del pueblo cubano, hay que ser lo más práctico posible y tratar de hacer una transición que permita que Cuba llegue a la democracia. Raúl Castro, no es que tenga buena opinión de él, pero al menos es una persona que tiene mayor sentido de la realidad que Fidel. Es más pragmático y eso podría ayudar a una transición mejor. Después está todo el tema de los cubanos que salieron, hay un tema complejo de resolver, hay que tener algún tipo de protocolo, está el tema de las propiedades confiscadas. He estado un par de veces en Alemania después de la caída del muro, y a lo mejor si ese proceso se conduce bien y los cubanos son liberados de la cárcel en que viven, pienso en como conviven los alemanes de oriente y occidente y de un modo así podrían convivir los cubanos del exilio. Y pueden salir cosas buenas de esa convivencia para que se pueda olvidar la pesadilla que vivió Cuba durante el régimen de Castro, y que los cubanos puedan ser ciudadanos libres.

-A su juicio, ¿cuál será el legado de Castro?

– Creo que será recordado como un líder cruel, sanguinario, y eso va a depender de cómo vaya siendo la imagen. Hoy Mao en China todavía es objeto de cierto culto, pero no se oculta como antes los crímenes que cometió. Se hace de una manera muy eufemística y oriental. Si en vida la mentira reinó en el mundo respecto de Fidel, muerto puede seguir siendo así. Los comunistas tienen una gran capacidad para manejar las imágenes y distorsionar la realidad.

“Cinco días en La Habana, un chileno en la Cuba de Fidel” (Leer el libro pinchando aquí).

Lee aquí: Luis Larraín: “La Cuba revolucionaria es una gran impostura. Eso lo vi en 1987 y sigue siendo igual” (El Líbero)

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