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Día de la Libertad

Diario Financiero

En una semana más (9 de noviembre) se conmemora un nuevo aniversario de la caída del muro de Berlín. En lo que se ha denominado el Día de la Libertad recordamos a esos cientos que murieron y padecieron las miserias del socialismo real y celebramos el hito que para muchos marcó la victoria sobre el comunismo. Detrás de los escombros del "muro de la vergüenza" aparecía ante el mundo el testimonio vivo del fracaso del socialismo y la planificación centralizada como alternativas de desarrollo. Pero Latinoamérica parece no haber aprendido la lección.

El socialismo del siglo XXI se ha ido construyendo con los mismos ladrillos. Pese a su probada ineficacia y el sostenido atropello de derechos fundamentales, ha logrado mantenerse en la región en distintos formatos. Cuba y Venezuela dan cuenta de un cruel desabastecimiento y una incesante persecución de adversarios políticos. Se suman a ellos Ecuador y Bolivia a la hora de buscar la perpetuación en el poder. La regulación estatal, el estancamiento económico y la consecuente mayor pobreza se extendió por Nicaragua, Honduras y, hasta hace poco, Argentina. Continuamos viendo a cubanos arriesgar sus vidas para arrancar del régimen comunista y a venezolanos cruzar la frontera en busca de los alimentos y medicinas que les han sido privados por el régimen revolucionario. Incluso en países tradicionalmente más libres, como Chile, se han apilado algunos ladrillos, que se manifiestan en la incompetencia estatal y un creciente menoscabo de la autonomía de las personas.

Es necesario derribar estos muros -construidos por caudillos o gobernantes populistas- que asfixian a los pueblos, impiden el progreso socioeconómico y amenazan las libertades individuales. La gente debe saber que cuando espera que el Estado sea el garante de su bienestar encontrará más problemas que soluciones. En esta inflación de expectativas, el gasto público puede alcanzar niveles desproporcionados, como se observa en varios países de la región. Por el contrario, la libertad de emprender, la apertura de los mercados y la desregulación son el mejor antídoto contra la burocracia, la ineficiencia y los privilegios. Prueba de ello es que el 10% de la población más pobre de países con libertad económica tienen ingresos mayores que el promedio de ingreso de países con menor libertad económica.

Así como los alemanes cruzaron el muro en busca de su libertad, Latinoamérica debe también superar sus tapias y defender las ideas que probadamente llevan a la prosperidad. Eso significa preservar la institucionalidad democrática, fomentar la libertad económica, garantizar la igualdad ante la ley, respetar el derecho de propiedad, promover la libertad de elegir, asegurar la libertad de expresión y alentar la existencia de un Estado pequeño pero competente.

Después de 27 años de la caída del muro, resulta evidente que la libertad nunca debe darse por sentada y que la batalla por defenderla no termina nunca.

Columna de Susana Jiménez, Coordinadora de Políticas Públicas de Libertad y Desarrollo, en Diario Financiero.-

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