Quien objeta la participación de Chile en el Acuerdo Transpacific Partnership (TPP), rechaza la vinculación económica, financiera y comercial de la pequeña y abierta economía chilena, con la máxima y dinámica región de Asia Pacífico. Esto, porque una fuente del crecimiento económico de nuestra economía se alimenta -en parte substancial- en el proceso de liberalización comercial con el espacio económico más dinámico y estable a nivel global, como es la Cuenca del Pacífico, que alcanzará una etapa más avanzada a través de la participación en el TPP, el acuerdo multilateral más completo y de una alta generación.
Desechar la participación de Chile en el acuerdo multilateral más innovador y modelo para el futuro de las negociaciones comerciales y del proceso de integración económico global, después del fracaso reiterado de los intentos fallidos en la Organización Mundial de Comercio, el último de los cuales fue en Nairobi a fines del año pasado, sería dejar de lado una oportunidad privilegiada de ser parte de la nueva expresión de la organización futura del comercio e integración económica mundial que Perú y México no despreciarán, nuestros socios en la Alianza del Pacífico, quedando Chile en la estacada inmerecidamente.
El TPP es un acuerdo bien negociado por la Cancillería chilena y su experimentada Dirección Económica y avalado por la opinión ilustrada sobre su conveniencia del Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés.
Es además un acuerdo de una proyección, nivel e importancia superior a los acuerdos bilaterales de comercio que profusamente Chile ha firmado en Asia Pacífico, que son una suerte de “spaguetti bowl” y están limitados principalmente al comercio de bienes y servicios, pero no abordan el amplio tema de las cadenas de valor y otros asuntos igualmente nuevos de los intercambios internacionales, como la innovación, la investigación tecnológica, el emprendimiento, las pymes y otros.
En el campo financiero, la integración con las economías de Asia Pacífico es fundamental para las economías latinoamericanas de bajo nivel de ahorro como Chile, Perú y México, donde las tasas de ahorro interno son inferiores al 20%, vis a vis las de Asia que exceden el 30%.
Este proceso de integración financiera ya partió espontáneamente e impulsado también por el Foro Financiero de APEC y es sin duda, una oportunidad ya efectiva para fuentes de financiamiento para Chile, con alta clasificación de riesgo y buena y reconocida institucionalidad financiera. Un campo específico es el financiamiento de infraestructura y energía.
Aparte de todo lo anterior, Chile es fundador del TPP a través del Acuerdo P4 con Singapur, Brunei y Nueva Zelandia y todavía adicionalmente, pretende Chile ser anfitrión del Foro de APEC el 2019, en consecuencia, no puede echar al viento sus oportunidades y cartas de prestigio en Asia Pacífico.
Nuestro país no sólo debe participar activamente y con liderazgo en la Alianza del Pacífico (AP) y en el TPP, sino también por adhesión, en el bloque de ASEAN+6 (RCEP) cuando culmine su negociación y logre un acuerdo final. De esta forma, Chile consolidará su integración económica, comercial y financiera en Asia Pacífico.
*COLUMNA DE FRANCISCO GARCÉS, DIRECTOR DEL CENTRO DE ECONOMÍA INTERNACIONAL, PUBLICADA EN LA TERCERA