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Inconsecuencias en la gratuidad

Voces La Tercera

Lo que está ocurriendo con el presupuesto de Educación Superior es lamentable. No sólo por la improvisación, sino por la falta de transparencia y por el actuar del Gobierno, que más que en representación del bien común, ha operado cautivo de las instituciones del CRUCh, especialmente de las estatales.

Las modificaciones que el Gobierno introdujo durante las últimas semanas fueron mostradas como un esfuerzo por favorecer a los alumnos de Educación Superior Técnico Profesional, sector que quedó prácticamente excluido de la gratuidad para el año 2016, a pesar atender a una alta proporción de estudiantes de bajos ingresos. Lo cierto es que al revisar en detalle las reasignaciones presupuestarias consensuadas por el Ejecutivo con sus parlamentarios y con los rectores, nos encontramos con que del aumento total de recursos respecto a la ley original, 6 de cada 10 pesos serán destinados a las mismas instituciones que ya fueron incluidas en la gratuidad. Es decir, se sigue privilegiando a los mismos de siempre. Y el presupuesto adicional destinado a aumentar la Beca Nuevo Milenio, que se entrega a los estudiantes de Educación Superior Técnico Profesional, es posible que sea irrealizable, en tanto se agregaron nuevas exigencias que las instituciones ya habrían manifestado no están dispuestas a aceptar (y con razón). El Gobierno pretendía que éstas le vendieran su alma a cambio de unos pesos más, pues hasta ahora esa estrategia le había resultado bastante bien.

En línea con lo anterior, la decisión de disminuir el Aporte Fiscal Indirecto (AFI) también deja en evidencia la inconsecuencia entre el discurso y las acciones del Gobierno. Por un lado se critica el AFI por su supuesta regresividad, en la medida que éste se distribuye en función del puntaje PSU. Pero por el otro lado se están destinando recursos a la gratuidad de la educación superior, que de por sí es una política regresiva en tanto hoy la cobertura de educación superior está sesgada hacia los sectores con más ingresos de la población. Más aún en la medida que ésta se aplicará al conjunto de universidades que reciben a los alumnos más aventajados del sistema escolar (que también son los que tienen mejor PSU).

¿Por qué entonces el afán por terminar con el AFI? Veamos. Mientras el año 1990, 45% de los recursos de éste fueron a universidades estatales y sólo 9% a universidades privadas fuera del CRUCh, la tendencia en el tiempo ha sido un traspaso de alumnos con buenos puntajes (y por ello de recursos) desde las primeras a las segundas, de tal forma que el año 2014 los porcentajes anteriores pasaron a ser 35% y 24% respectivamente. Esta evolución desfavorable para las universidades estatales convirtió al AFI en un blanco prioritario. La regresividad es sólo una excusa, pues la razón de fondo para querer terminar con él es que sus criterios objetivos no están favoreciendo a las universidades estatales, que en lugar de competir por recibir a los mejores alumnos, prefieren depender de la discrecionalidad del Gobierno para acceder a más recursos.

¿Y qué pasa con el objetivo de favorecer a los estudiantes con problemas económicos? Porque recordemos que el financiamiento estudiantil –a diferencia del financiamiento institucional o a la investigación- se funda en la necesidad de apoyar a dichos alumnos para que sus dificultades financieras no sean un impedimento. Bueno, ese objetivo no se cumplirá: más del 60% de los estudiantes que hoy asisten a educación superior y que provienen del 50% de menores ingresos se verán excluidos de la gratuidad propuesta por el Gobierno. Peor aún, si agregamos el hecho de que 7 de cada 10 jóvenes de este nivel de ingresos ni siquiera logran llegar a la educación superior, la mayoría debido a restricciones previas al pago de un arancel, tenemos que la gratuidad finalmente favorecerá a apenas 11% del total de jóvenes pertenecientes al 50% de menores recursos. Más que lamentable, todo esto me parece vergonzoso.

 

Columna de María Paz Arzola, investigadora del Programa Social de LyD, publicada en Voces de La Tercera.-

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