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Buscando el rumbo

El Mercurio

A ojos de un recién llegado, la situación no puede aparecer más promisoria para la oposición centroderechista. Según las encuestas, la popularidad de la Presidenta Bachelet -otrora el gran activo de la coalición gobernante- se ha venido al suelo y la apoya solo el 24% de la ciudadanía. La adhesión al gabinete es aún más baja y sus tres reformas clave -tributaria, educacional y laboral- son mayoritariamente rechazadas. El veredicto es especialmente negativo respecto de la conducción de la seguridad y la economía, dos áreas en las que en su gobierno la centroderecha mostró convicción y efectividad.

Los partidos de oposición han comenzado a rearmarse. Finalmente, han acordado actuar de manera coordinada, aunque bajo un "referente" de nombre todavía desconocido. Una alianza política, abierta e incluyente, parece necesaria para capitalizar el descontento, pero lo más importante es acertar con el mensaje a entregar a la ciudadanía. Por eso, no cabe sino celebrar la iniciativa de los centros de estudio vinculados al sector de iniciar un proceso de reflexión y conversación para acordar una plataforma ideológica común, iniciativa a la que se dio el vamos la semana pasada en el flamante auditorio del Instituto Libertad y Desarrollo.

La ponencia de fondo estuvo a cargo de la historiadora Lucía Santa Cruz. Con lucidez -y una buena dosis de pasión- la también consejera de LyD, defendió el modelo de democracia liberal y economía social de mercado que nos rige. Rechazó la pretensión de reemplazarlo por "el otro modelo" -denominación de un libro influyente en la izquierda- y sostuvo que los malos resultados del Gobierno no hacen sino refrendar los méritos del sistema que este pretende demoler. La economía de mercado -dijo- no solo ha probado en Chile su capacidad de crear prosperidad, sino también contribuido a moldear una sociedad más justa, con mucho menos pobreza, mejores oportunidades y más meritocracia. La alta desigualdad de ingresos -herencia de muchas décadas de ineficiencia e injusticia en las políticas públicas- no es la única vara de la equidad y no justifica la burda campaña anti libre mercado que protagoniza el socialismo, a la cual a veces se suman culposamente algunos de los nuestros.

Si la centroderecha tiene algo que decir hoy, es precisamente reafirmar su compromiso con una auténtica economía social de mercado, donde haya plena libertad de elegir y emprender, podamos volver a crecer y se multipliquen para la clase media y sectores vulnerables sus oportunidades de realización personal. Ello es lo que la ciudadanía hoy echa de menos. Avanzar en esa dirección nos exigirá derribar aún muchas barreras que limitan el emprendimiento y la libre competencia, coartan la capacidad de innovación y obstruyen el ascenso social de los más capaces y empeñosos. Aplaudamos nuestra economía social de mercado, pero -doblegando intereses económicos y políticos- hagámosla más competitiva y más justa.

 

Columna de Juan Andrés Fontaine, Consejero de LyD, publicada en El Mercurio.- 

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