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Otro sistema frontal

El Mercurio

JUAN ANDRES FONTAINE LYDLos pronósticos de la economía mundial han variado drásticamente. Los barómetros cambiarios y bursátiles marcan intensas precipitaciones, vientos huracanados, bajas temperaturas. A diferencia de otras ocasiones recientes, Chile aparece hoy especialmente vulnerable.

Los ciclos económicos son habituales y pasajeros, de modo que no hay por qué alarmarse. Pero el escenario de altos precios de exportación y bajos intereses que hemos disfrutado pareciera estar concluyendo. El dólar se aprecia en todo el mundo. China -nuestro principal socio comercial- ha debido comenzar a devaluar su moneda y se teme sufra una desaceleración mayor. El cobre -y por suerte también el petróleo- se ha derrumbado. Los mercados latinoamericanos tiemblan. Brasil -que es destino de muchas de nuestras exportaciones industriales e influye mucho en la imagen que proyecta la región- ya ha entrado en recesión.

¿Cómo ha de reaccionar Chile? El ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, ha dejado ver que en el escenario adverso que se avecina el Gobierno debe adaptar su estrategia, infundir confianza en la economía y refrenar los apetitos presupuestarios. Contamos con muchas fortalezas, pero me temo que, para enfrentar la desafortunada conjunción de desmoralización interna y mal clima externo, será necesario hablar más claro y actuar con más energía.

El programa de gobierno se diseñó para un escenario distinto. No reconocerlo sería una irresponsabilidad. Por ejemplo, la reforma laboral eleva artificialmente los costos laborales y perjudica la competitividad del país. Es particularmente contraindicada cuando hay que reemplazar los empleos que está perdiendo la minería desarrollando otros rubros. En su versión actual, el proyecto parece tan inoportuno como lo fue en 1998 el fuerte aumento de salarios mínimos, decretado en la antesala de la crisis asiática. El ministro Valdés debe buscar cómo adaptar las ideas matrices a la nueva realidad. Y ello no debiera ser difícil: en la encuestas la reforma es impopular; los más variados expertos la han criticado; en sus aristas más conflictivas -reemplazos, titularidad y adaptabilidad- las prácticas de la OCDE admiten fórmulas más sensatas.

El nuevo escenario externo tiene hondas repercusiones fiscales. Según el FMI, Chile tiene hoy déficit "estructural" de casi 3% del PIB y debe comenzar a corregirlo el próximo año. Sus supuestos son menos optimistas que los propuestos para el 2016 por los expertos convocados por el Gobierno. El ministro Valdés debería revisar esas proyecciones y estructurar un presupuesto que se atenga a la nueva realidad. Por ejemplo, que priorice la creación de empleos -que es probable se resienta- y postergue hasta nuevo aviso gastos regresivos y superfluos como la gratuidad universitaria anunciada.

Para enfrentar la desafortunada conjunción de desmoralización interna y mal clima externo, será necesario hablar más claro y actuar con más energía.

Columna de Juan Andrés Fontaine, Consejero de Libertad y Desarrollo, publicada en El Mercurio.-

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