Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

LIBERALES Y LA NUEVA MAYORÍA

Voces La Tercera

 

José Francisco GarcíaUn fantasma recorre Chile: el fantasma del igualitarismo y el estatismo –si podemos acomodar al presente la legendaria frase que nos legaran Marx y Engels–. Bajo este escenario cabe preguntarse, ¿es necesaria una oposición genuinamente liberal al estado de ideas existente y que permea a la opinión pública –en lo contingente la agenda refundacional de la Nueva Mayoría–, o no es otra cosa que una variación más sofisticada de la defensa del statu quo? ¿Es posible una posición intelectual autónoma que se distancie del juego partisano, de toma y daca, entre gobierno-oposición?

Un buen punto de partida para empezar a contestar estas preguntas lo encontramos en el monumental ensayo “Dos Conceptos de la Libertad” de Isaiah Berlin.

Reflexionando respecto del rol de los intelectuales en los problemas fundamentales de la política, advierte que sería tanto sorprendente como peligroso desatenderlos. Sorprendente, “porque quizá no haya habido ninguna época de la historia moderna en que tantos seres humanos… hayan tenido sus ideas y, por supuesto, sus vidas tan profundamente alteradas, y en algunos casos violentamente trastornadas por doctrinas sociales y políticas sostenidas con tanto fanatismo”. Peligroso, porque “cuando las ideas son descuidadas por los que debieran preocuparse de ellas… éstas adquieren a veces un carácter incontrolado y un poder irresistible sobre multitudes de seres humanos que pueden hacerse demasiado violentos para ser afectados por la crítica de la razón”. Y es que para él si los intelectuales pueden ejercer este poder fatal, deben ser otros intelectuales (y no los gobiernos o el Congreso), los únicos que pueden desarmarlos.

Asimismo, la contingencia pone sobre la mesa las viejas preguntas centrales de la política, y las que intentó responder en su ensayo: ¿Por qué debo yo (o cualquiera) obedecer a otra persona?¿Por qué no vivir como quiera?¿Tengo que obedecer? Si no obedezco, ¿puedo ser coaccionado?¿Por quién, hasta qué punto, en nombre de qué y con motivo de qué?

Berlin enfrentó estas preguntas desarrollando las categorías de libertad negativa y positiva, la primera contestando la pregunta acerca de cuál es el ámbito en que al sujeto –una persona o un grupo de personas–se le deja o se le debe dejar hacer o ser lo que es capaz de hacer o ser, sin que en ello interfieran otras personas. La segunda, la respuesta de la pregunta acerca de qué o quién es la causa de control o interferencia que puede determinar que alguien haga o sea una cosa u otra. Se trata de dos cuestiones diferentes, especialmente cuando hay quienes buscan contrabandear el concepto de libertad positiva, el de otros valores o bienes, especialmente el de igualdad.

El igualitarismo que subyace en el programa refundacional de la Nueva Mayoría, no sólo invita a enfrentar, sino que se transforma en un deber para los intelectuales de raigambre liberal; ello implica no sólo desenmascarar las pretensiones utópicas de los que buscan construir el paraíso en tierra chilena, sino que las restricciones a la libertad negativa que se están haciendo en nombre de la igualdad son de una entidad lo suficientemente significativa que hace irrelevante el viejo debate liberal entre la exclusión o equilibrio entre ambas categorías de libertad legadas por Berlin.

 

Columna de José Francisco García, Coordinador de Políticas Públicas de LyD, publicada en Voces de La Tercera.-

Tags:

otras publicaciones

El Líbero

La Tercera